Los padres de Juan el Bautista originalmente no podían tener hijos. Elizabeth era estéril (Luc. 1:36). Pero un día, mientrás Zacarías oficiaba en el templo, pues era sacerdote, se le apareció ese ángel que tiene un nombre muy bonito… Gabriel, quien le dijo:
—¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan. Tendrás gran gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque él será grande a los ojos del Señor. No deberá beber vino ni ninguna bebida alcohólica y será lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer (Lucas 1:13-15).
Pero, Zacarías le contestó al ángel del nombre super chido: “¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto?” —¡ándale! ¡Error!— Mi tocayo le contestó:
—¡Yo soy Gabriel! Estoy en la presencia misma de Dios. ¡Fue él quien me envió a darte esta buena noticia! Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo (vv. 19-20).
¡Wow! ¡Zacarías le puso un “pero”! ‘A mi asegúramelo, dame una garantía de que va a suceder.’ —¡Como crees Zacarías!
Quizás tú, lector, estás pensando: 'María también puso un ‘pero’ cuando el mismo ángel tan bien nombrado le anunció que daría a luz a Jesús.’
—¿Pero cómo podrá suceder esto?—le preguntó María al ángel—Soy virgen (v. 34).
Pero, déjame decirte que no es lo mismo.
Zacarías: ¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto?
María: ¿Pero cómo podrá ocurrir esto?
La primera pregunta es egocéntrica—¿como puedo yo estar seguro? La segunda expresa curiosidad en cuanto al como —¿Cómo le vas a hacer Tú pues soy virgen? ‘No es que no crea, pero, ¿cómo le vas a hacer para sortear este pequeño detalle de mi virginidad?’
Básicamente, Gabriel le dice a Zacarías: Vine a darte esta grandiosa noticia: ¡Por fin serás padre, y de un gran líder en Israel! Pero, ¡no la creíste! Habrá consecuencias temporales… Te morirás de ganas de dar tú la noticia a todos tus parientes y amigos, pero no podrás. ¡Quedarás mudo hasta que nazca!
Y la primera oportunidad habría sido saliendo del lugar santo, pero en lugar de ello parecía alguien en shock, no fue: “¡Milagro milagro, milagro, Elizabeth y yo vamos a ser papás! ¡Acabo de ver a Gabriel!” En vez de eso, salió dando tumbos y gesticulando como concursante de Adivina-la-Película. Se moriría de ganas de expresar su gozo y sólo podría decirle a su esposa por señas: “¡Cuéntales!” —¡Así sería por nueve meses!
Es mejor creerle a Dios. ¿No crees?
Si, somos duros de corazón y tardos para creer las palabras que Dios nos da, me avergüenzo delate de Dios.
Gracias Pastor 🙏🏼
Arturo M.