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Ella se Sorprendió... Ellos se Sorprendieron.

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 20 oct
  • 2 Min. de lectura

La mujer se sorprendió, ya que los judíos rechazan todo trato con los samaritanos. Entonces le dijo a Jesús: —Usted es judío, y yo soy una mujer samaritana. ¿Por qué me pide agua para beber? Juan 4:9


En cuanto al tema que nos concierne esta semana, el del liderazgo de la mujer en la iglesia de Cristo, me fascina el pasaje de Jesús y la Mujer Samaritana en Juan 4. En este episodio del evangelio, narrado solamente por el apóstol Juan, Jesús rompe todas las reglas culturales de la interacción entre hombres y mujeres. Mi punto no es afirmar que no debe haber reglas de interacción entre hombres y mujeres. Sin duda la sabiduría dicta que debe haber algunos lineamientos básicos. Mi argumento es que Jesús rompió las reglas culturales opresivas y restrictivas que caracterizaban a su época en el trato hacia las mujeres.


Jesús dignifica a la mujer samaritana, primero que nada, al salir de su ruta para ir a encontrarse con esta mujer en gran necesidad (realmente no tenía porqué ir al norte por la ruta de Samaria). La primera sorprendida de qué Jesús se dirigiera a ella fue la mujer misma:


“La mujer se sorprendió, ya que los judíos rechazan todo trato con los samaritanos” (4:9).


Éste fue el primer convencionalismo cultural que Jesús rompió. Pero no fue la única regla cultural que transgredió:


“Justo en ese momento, volvieron sus discípulos. Se sorprendieron al ver que Jesús hablaba con una mujer, pero ninguno se atrevió a preguntarle: «¿Qué quieres de ella?» o «¿Por qué le hablas?»” (4:27).


Los hombres de la cultura judía del primer siglo no hablaban a solas con una mujer, aunque estuvieran en un lugar público, y un rabino mucho menos (muchos judíos ortodoxos, se observan esta regla en la actualidad).


Lo que quiero decir con todo esto es que Jesús estuvo dispuesto a romper normas culturales con el fin de alcanzar a esta mujer, sanar y restaurar su vida complicada y ofrecerle la vida eterna —“Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva" (v.10). Pero, no solamente eso, más acorde con lo que estamos viendo esta semana, Jesús la comisionó para ser su vocera en Samaria. Ella fue presurosa y emocionada al pueblo a decirle a todo mundo que había hallado al mesías (v.29). Antes que Felipe en Hechos 8, ella fue la primera emisaria del evangelio a los samaritanos.


«Gracias amado Padre celestial, por no hacer distinción y comisionarnos a todos tus hijos, hombres y mujeres, para colaborar contigo en dar a conocer a tu hijo Jesucristo y en servirte en este mundo, que es la razón más grande de nuestra existencia.»

 
 
 
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