Hola amigos, buenos días. Como les dije hace un tiempo, estamos Transicionando en este blog del tema del Espíritu Santo en el diario vivir al tema de nuestra identidad básica. No sé si más adelante regresaremos al tema del Espíritu Santo. Por lo pronto sigo manteniendo el título de este blog como “Atravesando el Valle” porque sospecho que en el futuro volveremos a este asunto de valles y cumbres.
Hemos tocado varios temas acerca de la identidad. Hemos hablado de que somos nuevas criaturas; que somos recipientes y promotores de la gracia; que navegamos las aguas de la vida entre las insondables corrientes de la soberanía divina y de la libertad humana.
Y, por cierto, en cuanto este último tema, me tocó leer en mi lectura diaria de la Biblia 2 Crónicas 7. Se trata de ese famosísimo pasaje donde Salomón termina de construir el templo en Jerusalén y lo consagra en medio de una asamblea fastuosa a la cuál asiste todo mundo. Unas noches después Dios “se le aparece” y le dice las famosas palabras:
«He oído tu oración y he elegido este templo como el lugar para que se realicen sacrificios. 13 Puede ser que a veces yo cierre los cielos para que no llueva o mande langostas para que devoren las cosechas o envíe plagas entre ustedes; 14 pero si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y restauraré su tierra. (7:12-14).
Estas palabras la iglesia las hemos usado durante tres mil años cientos de miles de veces cuando llamamos al arrepentimiento y al avivamiento.
Luego continúa:
»En cuanto a ti, si me sigues fielmente como lo hizo tu padre David y obedeces todos mis mandatos, decretos y ordenanzas, 18 entonces estableceré tu dinastía en el trono. Pues hice este pacto con tu padre David cuando le dije: “Uno de tus descendientes siempre gobernará a Israel”.
Y me pregunto, ¿no sabía Dios que Salomón en última instancia no lo iba a seguir fielmente?
Dios continúa:
»Sin embargo, si tú o tus descendientes me abandonan y desobedecen los decretos y los mandatos que les he dado, y sirven y rinden culto a otros dioses, 20 entonces desarraigaré al pueblo de la tierra que le he dado. Rechazaré este templo que hice santo para honrar mi nombre. Haré que sea objeto de burla y de ridículo entre las naciones; 21 y aunque ahora este templo sea imponente, todos los que pasen por allí quedarán horrorizados. Preguntarán: “¿Por qué habrá hecho el Señor cosas tan terribles a esta tierra y a este templo?”
¿Acaso no sabía Dios que tanto Salomón como sus descendientes lo abandonarían y desobedecerían TODOS sus decretos y mandatos y que acabarían rindiendo culto a otros dioses? ¿No sabía Dios que unos siglos después los israelitas llegarían al colmo de llenar Su templo de “ídolos asquerosos,,” al grado de que la gloria de Dios abandonaría por completo al recinto en tiempos de Ezequiel (Ezeq. 10)? ¿No sabía Dios que iba a terminar por desarraigar al pueblo y rechazar este magnífico templo y dejar que los Babilonios lo quemaran y demolieran por completo sin dejar piedra sobre piedra?
¿Cómo podía Dios hablar estas palabras con tanta serenidad y dominio propio sabiendo lo que sabía? Dios pudiendo hacer una infinidad de cosas para evitarse tanto dolor, decide dejar que las cosas tomen su rumbo entre dos caminos paralelos. ¿Por qué no destruir el templo de una vez y de una vez deportar al pueblo, en lugar de tener que soportar quinientos años de nauseabunda infidelidad, increíble maldad y abominable idolatría? Para muestra, baste un botón. Isaías 1:13b-15
¡No quiero más de sus piadosas reuniones!
Odio sus celebraciones de luna nueva y sus festivales anuales; son una carga para mí. ¡No los soporto!
Cuando levanten las manos para orar, no miraré; aunque hagan muchas oraciones, no escucharé, porque tienen las manos cubiertas con la sangre de víctimas inocentes.
La tierra está llena de ídolos.
El pueblo rinde culto a cosas que hizo
con sus propias manos. (2:8)
¿Por qué no cortar toda esta podredumbre de raíz? La verdad estoy planteando preguntas para las que no tengo respuesta. Pero, lo único que puedo hacer es apuntarte en dirección a nuestra ecuación soberanía divina/libertad humana.
Es obvio que toda esta historia de traición no estaba “escrita” y predestinada para suceder o de otra manera Dios no le hubiera ofrecido a Salomón los dos caminos: “si me sigues fielmente...” y “si tú o tus descendientes me abandonan...” La historia realmente pudo haber sido diferente. El pueblo de Dios pudo haber usado su libertad para seguirlo.
Si tú supieras que un hijo tuyo te va a traicionar, y tuvieras el poder para forzarlo a no hacerlo, ¿qué harías? ¿Cómo utilizarías tu soberana autoridad para lograr tus propósitos sin violar la libertad de tu hijo?
Déjame tus comentarios.
Buenos días Pastor Gabriel,
La libertad, debería tener una nota con letras grandes que diga "Usese con extrema precaución" antes de que podamos hacer uso de ella y tener plena conciencia de lo que estamos dispuestos a lidiar con lo que nos permitimos y decidimos.
Por otro lado, en Ezequiel 43, vemos nuevamente la gracia y la misericordia de Dios por su pueblo, al traer de regreso la Gloria de Dios al Templo que construyó Salomón. Dios conoce nuestra condición humana y nos enfatiza, " si se arrepienten, entonces, Yo los oiré "
¡Su fiel amor perdura para siempre!
Que fuerte tema, la omnisciencia de Dios y la aparente realidad alterna ( positiva) a la que pudo de alguna manera llegar el hombre.
El que ya sepa todo lo que va a pasar pero cambie de parecer , es una paradoja que me vuela el coco, y ésto desde Adán , si Dios sabía que iba a hacerlo , porque no quitar el árbol? , Será que Adán podía haber no comido en un "mundo mejor" o estaba predestinado a hacerlo? Y si así fuera , que implicaciones tiene en nuestro libre albedrío?
Dios definitivamente es más grande que nosotros en su pensar , porque el si tiene una respuesta a todas estas cosas.