El Pecado no es tan Original
- Daniela Orozco

- 30 oct
- 2 Min. de lectura
Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron. Romanos 5:12
La doctrina del pecado original ha sido una de las más tergiversadas a lo largo de la historia de la Iglesia, tanto que llegamos a creer que cada bebé nace con un pecado especifico (muchas veces asociado a la concepción) y que el bautismo le quita ese pecado y entonces la persona puede vivir siendo buena. Nada más alejado de la enseñanza bíblica.
Lo que la Biblia sí nos enseña es una realidad mucho más profunda, pues la idea es que nuestra naturaleza, es decir, todo nuestro ser, tiene una tendencia a pecar. Esto significa que cuando un niño crece lo suficiente para tomar decisiones, en algún momento va a decidir pecar.
Esta doctrina contrasta con la filosofía humanista que enseña que los seres humanos nacemos siendo totalmente buenos y en algún momento somos lastimados o contaminados de alguna manera y entonces recibimos de afuera un impulso a la maldad. Esta filosofía enfatiza que cada persona tiene lo necesario en su interior para vivir una vida plena. La doctrina del pecado original nos enseña que la maldad inicia en nuestros corazones, pues heredamos una naturaleza pecaminosa.
Entiendo que es más agradable creer que nacimos siendo 100% buenos y el mundo nos contaminó, pero eso no es lo que la Biblia nos enseña. Considero es muy importante comprender esto porque de aquí surge la necesidad que tenemos de un Salvador. Si nosotros no tuviéramos una naturaleza con tendencia a pecar, existiría la posibilidad de que viviéramos una vida de completa santidad por nuestro esfuerzo personal. Sin embargo, si el problema radica en nuestra propia naturaleza, entonces forzosamente necesitamos que alguien nos rescate y nos transforme.
Este es el fundamento de la salvación por gracia, yo no puedo salvarme a mí misma, así que Jesús me rescata y con el poder del Espíritu, me hace una nueva criatura, es decir, me hace nacer de nuevo, ahora con una naturaleza regenerada que me posibilita vivir en búsqueda de la santidad. Por eso, podemos decir que la salvación es algo que recibimos totalmente por gracia.
«Señor, gracias por salvarnos y hacernos nuevas criaturas. Ayúdanos a vivir buscando la santidad como una manera de responder a Tu amor. Amén.»

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Creo que el verdadero pecado original vino más atrás y fue el orgullo de luzebel al querer ser como Dios y por consecuencia llego a nosotros por medio de Adan y Eva, necesitamos un redentor un Salvador.