Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Romanos 7:18
Tenemos tres grandes enemigos: el diablo, el mundo y la carne. Su cometido es mantenernos en el pecado y destruirnos. Destruir nuestra relación con Cristo.
Quiero hablarles de la carne, otras versiones le llaman la naturaleza pecaminosa. Es esa tendencia innata a pecar. La recibimos de nuestros padres, Adán y Eva. Es innata. Nacemos con ella.
La carne es una corriente casi irresistible, es cuesta abajo, es una fuerza de gravedad.
En otras ocasiones les he hablado de Koza. Es una de nuestras dos perritas. La sacamos de la calle, la convertimos en nuestra mascota y la tenemos viviendo como estrella de Hollywood, con un enorme jardín a su disposición, comida sana y todos los chiqueos. Pues, ¿qué creen? Después de años, si abrimos la puerta se sale a la calle. Prefiere urgar entre la basura y comer chatarra que sus croquetas. Yo la disciplino, me la zumbo, pero no cambia. Sigue saliéndose. Su intención es no alejarse mucho (no pecar mucho), pero, vez tras vez, el instinto le gana y se desaparece. Hemos estado varias veces apunto de perder la de forma permanente. Así es mi carne. Ve la puerta abierta y se sale. “Sólo unos metros” —dice, y termina yéndose al pecado.
La carne es una Judas que te traiciona y le abre la puerta al pecado al diablo y al mundo. Piensa que tienes en casa una traidora que si te descuidas tantito le abre la puerta al diablo al pecado y al mundo.
Contra la carne no hay de otra sino contrarrestarla activa e intencionalmente todos lo días (¡que flojera!). Lo primero que tienes que hacer es identificar bien tu juego de tendencias carnales. En mi caso es el temor y la flojera. Debe saber muy bien a lo que te enfrentas.
Buena noticia: Tenemos un trío de Ayudadores. Un Padre amoroso que nos da una y otra oportunidad. Pero, también un Padre que nos disciplina. “¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrige. Pues el Señor disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo.»” Hebreos 12:5-6.
Tenemos a Jesús, un rescatista persistente que va por nosotros. La Koza tien una plaquita con mi teléfono. Me han llamado una docena de veces para decirme que tienen a la perrita fugitiva y que si puedo ir por ella. Yo soy su Jesús y la plaquita es la promesa de rescate.
Tenemos un abogado defensor poderoso que es el Espíritu Santo. “Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa.” Gál. 5:16
Así que, no te desanimes y persiste en tu lucha contra los deseos de tu carne. ¡Ánimo!
Hoy cuando me levanté, me animó mucho una alabanza que se llama "Don't Fight Alone" de Jon Reddick, ¡Dios pelea junto con nosotros!
Welcome back Ps. Gabriel,
Ya extrañaba mucho las reflexiones de cada día, gracias por las buenas noticias y los consejos de hoy.
Bendiciones