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  • Foto del escritorGabriel Miyar

El Ardor De Un Guerrero

Qué relevante es el tema que estamos viendo. Que increíblemente universal. Todos los días escuchas a tu mente en lugar de hablarle a tu mente. Te dejas debilitar por tus pensamientos en lugar de tomar el control sobre ellos bajo la dirección sabia y poderosa del Espíritu Santo. Yo también. Y no porque no quieras, sino porque con frecuencia se trata de algo que se ha venido dando por mucho tiempo, algo que hoy es inmenso y difícil de resistir. Todos los días tu mente intenta sabotearte y robarte la energía, robarte la confianza en Dios y la confianza en ti mismo que se deriva de confiar en Dios.


Esta verdad de la imperiosa necesidad de aprender a hacernos fuertes y de hablarle a nuestra alma nos explica y nos da respuesta a muchos de los conflictos que tenemos con nosotros mismos: ¿Qué hago conmigo mismo, alma mía? ¿Por qué te afliges de esa forma? ¿Por qué turbas dentro de mí? ¡Teniendo el Dios que tienes! ¡Que te ha mostrado su gloria incontables veces en el pasado! Y aún así, ¿te sigues afligiendo constantemente?


¡Qué más común y más intenso que la lucha diaria de nuestros pensamientos resistiendo tenazmente al Espíritu Santo con todas sus fuerza! ¡Qué más intenso que el Espíritu Santo buscando que lo dejemos someter y dominar a nuestros pensamientos rebeldes!


Escúchenlo de forma elocuente de labios de Pablo:


«Somos humanos, pero no luchamos como lo hacen los humanos. Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos» (2 Corintios 10:3-4, NTV).


Ahí está encapsulado todo. “Somos humanos,” con una mente que funciona de una manera muy humana. Una mente que no es tan obvia como pensamos muchas veces. Una mente que frecuentemente requiere una extensa curva de aprendizaje. Qué necesita una permanente exposición a las verdades de la Escritura, porque las olvida fácilmente. Cómo el hombre del espejo en Santiago 1:23 – 24 (NTV):


«Pues, si escuchas la palabra pero no la obedeces, sería como ver tu cara en un espejo; te ves a ti mismo, luego te alejas y te olvidas cómo eres.»


Ahí están nuestros enemigos en forma de creencias y pensamientos. Pensamientos que se levantan frente a nosotros como impregnables fortalezas de razonamiento, llenas de argumentos falsos, qué salen de sus portones en muchedumbre como hormigas y nos “montonean.”


Pero esta Escritura dice que más poderoso que todo esto son “las armas poderosas de Dios.” Las armas que él ha puesto a nuestra disposición en el Espíritu Santo y en las Escrituras.


Así que, cuando vienen todos estos enemigos mentales sobre mí, y escucho toda su debilitante palabrería, clamo al Espíritu Santo y le pido que ponga en mis manos sus armas poderosas. El Espíritu Santo me trae a la mente poderosos textos bíblicos. Sus promesas infalibles acuden en mi ayuda rápidamente. Con estas armas, arremeto contra todos estos argumentos. Los declaro falsos —“¡falsos argumentos!”— Y los contradigo en oración audible.


Si así lo siento, me paro frente al espejo y, como los guerreros de la antigüedad, comienzo a despertar celo en mi: “¡Soy fuerte! Soy tenaz! Soy Valiente!” Por supuesto que Dios lo hace mucho mejor que yo, como se ve en textos como el de Isaías 42:13 (PDT):


«El SEÑOR sale como un héroe, pelea con el ardor de un guerrero, grita, da voces, y muestra su poder contra sus enemigos.»


Pero estoy aprendiendo, un poquito cada día. Hoy un poco más que ayer. En ocasiones avanzo un paso para adelante, ¡y diez para atrás! Hay tal cosa como el “día malo:”


«Por ello, vístanse de toda la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y así, al terminar la batalla, estén todavía en pie.»


En días como este, simplemente somos llamados a resistir, aunque no avancemos. Resistir es todo lo que tenemos que hacer. Ya vendrá un nuevo día, con una nueva gracia y una nueva esperanza.


Y hay días de victoria, en los cuales, como el rey David contra Goliat, estoy aprendiendo a correr derechito contra todas esas acusaciones, quejas, declaraciones negativas, descalificaciones, juicios, todo eso, para cortarles la cabeza.


Este es un “temotota.” ¿Soy sólo yo o realmente es urgente? ¿Soy solo yo o realmente es cautivante?


Dime qué piensas.

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