¡Dios Hace Milagros!

AVISO: Voy a descansar, y los voy a dejar descansar, durante la Semana de Pascua. Regreso con las reflexiones el 8 de abril.

Cuando los setenta y dos [seguidores] regresaron, le informaron llenos de alegría: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre! Lucas 10:17

Hoy concluimos la serie Seguidor. Siete domingos de predicaciones y ocho semanas de reflexiones. Durante la serie hablamos de que, como los doce discípulos originales, fuimos llamados por nombre a seguir a Jesús. Hablamos, también, de cómo Dios nos va dando forma como seguidores en su tornamesa de Alfarero: Tanto experiencias agradables como dolorosas contribuyen a nuestra formación. También tratamos el asunto de ser radicales como los recabitas (¿recuerdas?), seguidores que viven a su máxima expresión. Enseguida hablamos de que un seguidor se reproduce, y vimos que, realmente, no es tan complicado hacer discípulos. Después hablamos de tener un corazón para las naciones y para cerrar hablamos de nuestro encuentro final con Jesús.

Pero, desde el comienzo, en la segunda entrega de la serie, afirmamos que como seguidores de Jesús, Dios nos dio poder: “Realizaré milagros que jamás se han hecho en ningún lugar de la tierra ni en ninguna otra nación. Todos los que te rodean serán testigos del poder del Señor, el imponente despliegue de poder que yo haré por medio de ti.” (Exodo 34:10).

Hace cerca de un mes que a mi papá le dio influenza. Con las fiebres, le vino una deshidratación severa que hizo que entrara en falla renal. Su urea llegó a estar en 315.3 —¡lo normal está entre 17.2 y 49.3! Tuvimos que llevarlo al hospital en ambulancia para que le hicieran hemodiálisis. Tres veces lo llevamos y el pobre acababa exhausto. Dolía el corazón verlo. Y sí, el día de la hemodiálisis su urea bajaba por unas horas (y no a niveles normales). Pero, después rápidamente volvía a subir. El pronóstico se veía horrible. Tener que estarlo llevando a hemodiálisis dos o tres veces por semana de forma permanente. Ya los médicos daban por hecho que el daño renal de mi papá era irreversible.

Desesperados, el domingo pasado (24 de marzo) convocamos a oración en todos los campus de IPV durante los servicios. Pedimos específicamente el milagro de que los riñones de mi papá volvieran a funcionar.

Pues ese día, ese domingo, el resultado de los análisis de laboratorio por primera vez, sin mediación de la hemodiálisis, reflejó una disminución en los niveles de urea. Ese día la disminución no fue dramática (de 132.2 a 117.5), pero fue un rayo de esperanza. Pero, al siguiente día bajó dramáticamente. ¡Hoy su urea está en niveles normales (45.9)!

El miércoles fuimos a verlo, ¡y mi papá era otro! Desde su semblante. Nos reconoció a Arturo, a Gena, a Yessi y a mi, después de haber estado como catatónico. ¡Estamos tan agradecidos con el Señor! Gracias a todos los seguidores que han estado orando por mi papá. El Señor es fiel.

«Señor, gracias porque tú sigues respondiendo poderosamente a la oración de tus hijos. Eres un Dios de poder y amor. Gracias porque tienes misericordia de nostros, te compedeces de nuestras necesidades y sigues haciendo milagros en respuesta a nuestro clamor. Y gracias porque tenemos una familia en el Espíritu que realmente nos sostiene y apoya con su amor y sus oraciones. La gloria es para ti.»