Si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo. 2 Timoteo 2:13 (NVI)
La naturaleza de Dios es ser fiel. Y fiel, primero que nada consigo mismo. El no puede no actuar acorde a su carácter. Como dice nuestra cita, “el no puede negarse a sí mismo.” Y de esa fidelidad surge su fidelidad hacia los seres humanos.
Dios hizo un pacto con el pueblo de Israel y se ha mantenido completamente fiel a su parte del acuerdo, a pesar de que Israel ha fallado rotundamente en cumplir con su parte. La fidelidad de Dios se muestra en su fidelidad a Israel.
Una vez el rey Federico el Grande de Prusia (1712-1786) en su incredulidad, le preguntó a su médico de cabecera que cuál era la prueba de que Dios existía. El médico le contesto sin titubear, el pueblo judío. Si conoces algo del Antiguo Testamento y especialmente los profetas, ya sabes de la legendaria infidelidad del pueblo judío. Muchas veces Dios ha tenido que corregir duramente a su pueblo, pero nunca lo ha abandonado.
»Yo, el Señor Soberano,
estoy vigilando a esta nación pecaminosa de Israel
y la destruiré
de la faz de la tierra.
Amós 9:8
Pero, luego promete dejar un remanente del cual volverá a germinar la nación. Porque Dios es fiel. De hecho, en Oseas su lenguaje es el de un marido fiel ante las repetidas infidelidades de su esposa:
»Oh, Israel, ¿cómo podría abandonarte?
¿Cómo podría dejarte ir?
¿Cómo podría destruirte como a Adma
o demolerte como a Zeboim?
Mi corazón está desgarrado dentro de mí
y mi compasión se desborda.
9 No, no desataré mi ira feroz.
No destruiré por completo a Israel,
ya que no soy un simple mortal, soy Dios.
Oseas 11:8-9
Israel, una entidad pequeñita, rodeada, a lo largo de la historia, por imperios impresionantes y enormes. El Egipto faraónico; El imperio Hitita, los Asirios, los Babilonios, los persas, el imperio griego de Alejandro el Magno, etc. Todos ellos desaparecidos, todos ellos ruinas arqueológicas de un pasado glorioso. Pero, Israel permanece.
Y los más asombroso es que para todos los que vivieron del 70 d.c., cuando Roma destruyó Jerusalén y Judea, hasta el año de 1948 de nuestra era, Israel no existía. Había sido dispersado a todas la naciones. Los cientos de profecías acerca de un Israel restaurado como nación en su propia tierra, hecha un vergel, no se veía cómo pudieran cumplirse. Y luego en 1948 se funda el estado de Israel después de casi dos mil años de ausencia. Dios es fiel.
Así que el médico personal de Federico el Grande tenía razón. Si alguien duda de la existencia de Dios que vea la historia de Israel. Y no sólo la existencia de Dios, sino la existencia de un Dios fiel.
Tú y yo somos su pueblo, hijos de un nuevo pacto, sellado con la sangre de Cristo. Puedes contar con la fidelidad absoluta de un Dios que no puede negarse a sí mismo. Todo lo que te ha dicho se cumplirá.
Que buena reflexión Pastor.
Dios es cumplidor de promesas, ya que es fiel a su palabra.
Gracias 🙏🏼
Arturo M.