Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Hebreos 12:11, RV’60).
El autor de Hebreos reconoce abiertamente una verdad evidente a todos los seres humanos: La disciplina, en el sentido de corrección dolorosa, no suena a nada de que estar alegres. Lo único que produce en la persona que la recibe es tristeza. Y, como hemos visto, también en la persona que la aplica. Me encanta que no hay ningún intento de maquillar una verdad difícil. Sería muy tonto tratar de hacerlo, el autor de Hebreos lo sabe.
Cuándo yo era un adolescente, mi papá me obligaba a ir a clases de inglés en las tardes. Por la mañana, asistía a la escuela con las materias normales de la secundaria y en la tarde un par de horas de inglés. A mí, de por sí no me fascinaba tanto la escuela y la idea de tener que tomar clases en la tarde se me antojaba un agravio a la libertad.
Un día se me ocurrió que no tenía yo porque soportar esa clase de régimen, así que decidí “echarme la pinta.” Empecé a faltar a las clases de inglés. Yo no sé qué estaba pensando, pero fue una decisión muy tonta. Las clases no eran gratis y por supuesto que mi papá iba a enterarse tarde o temprano. Fue temprano.
No mucho tiempo después de mi emancipación de la esclavitud anglosajona, llegué a la casa y mi papá estaba sentado en su escritorio, de espaldas a mí. Sin voltear a verme, me dijo que le enseñara mi cuaderno de inglés. ¡Mi cuaderno de inglés! Yo no tenía idea de donde pudiera encontrarse. Allí se desató el drama hogareño. Mi papá se puso de pie y se quitó el cinturón. Yo, que no era nada lento para reconocer las señales, salí corriendo mientras mi papá me gritaba fúrico: “¡Si no te detienes, te voy a dar más cinturonazos!” Yo sólo recuerdo que pensaba: “¿Cuántos habría pensado darme originalmente? ¿Cuántos me podré ahorrar si me paro?”
Decidí detenerme y aprovechar el descuento. Mi papá me puso una buena azotada. Ya no supe qué diferencia pudo haber habido en la cantidad de azotes. ¿Realmente recibí un descuento? ¿Habrá estado pensando en el bíblico 40 azotes menos 1? Si es así, definitivamente me hizo un descuento. Lo que sí sé es que esta dolorosa experiencia produjo un fruto apacible de rectitud. Jamás volví a echarme la pinta de la escuela, ni la reglamentaria matutina, ni la injustamente adicional vespertina.
¡La Biblia tiene razón!
😇 Bien portado 🙏🏼