Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma. Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana» Mateo 11:28-30
La reflexión de ayer me bendijo mucho. Porque le quita un elemento que puede hacer de la búsqueda de “vivir dedicados a Dios” algo pesado y sin chispa. Si yo siento el látigo de “tienes que” vivir completamente dedicado a Dios, arrastrándote bajo la pesada carga de “tener que” separar un tiempo devocional mientras cada uno de tus instintos naturales grita: “¡no manches! ¡¿A qué hora?!” Si siento que no sólo cada acción que realizo, sino cada pensamiento que cruza mi mente, está pasando por un escrutinio implacable, esto no suena para nada atractivo. Suena a religión sombría y sin gozo. Y, por supuesto, no quiero irme al otro extremo de: “mira no importa, has lo que encuentres más fácil.” ¡Claro que no!
Pero, el saber que Jesús afirma rotundamente que su yugo es fácil de llevar y su carga es ligera, y que está dispuesto a probarlo ayudándonos a cada paso y haciendo posible para nosotros llevar a cabo lo que nos pide. Ahí las cosas cambian.
Y sólo tenemos qué recordar con cuánta paciencia Jesús fue guiando a sus discípulos paso a paso. Cómo nunca criticó sus esfuerzos por pequeños que fueran y como se presentó a sí mismo como modelo, alentándolos a imitarlo. Cómo les proveyó del poder necesario por medio de su Espíritu Santo. Todo esto nos anima a nosotros a ver el desafío de llevar una vida de entrega completa como algo altamente atractivo y alcanzable.
Pensar, además, que siempre vamos a estar dedicándonos más y más y entregándonos de forma creciente durante toda la vida, nos ayuda a ver este llamado como la vida normal que se espera de nosotros. “Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva” (Fil. 1:6, subrayado por mi). Esto ayuda a hacernos a la idea de una realidad permanente en nuestras vidas hasta que Jesús vuelva. Además, esta cita nos recuerda que tenemos muchas promesas que nos empoderan para la vida completamente dedicada a Dios.
«Señor, Ayúdame a ver el llamado a una vida de devoción completamente dedicado a ti como algo sumamente atractivo y liberador. No dejes que el diablo y mi carne le den un sesgo sombrío y pesado a algo que, si logro invertir un poquito de disciplina, hallaré que “en tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre” (Sal. 16:11 RV’60).»
A
Gracias