Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos». Mateo 28:19-20
Un seguidor de Jesús hace seguidores de Jesús. En otras palabras, se reproduce. Un discípulo engendra discípulos. Cuando hablamos de hacer discípulos siempre pensamos en un proceso largo y complicado, pero, en esencia, se trata de algo sencillo.
A mi manera de ver las cosas hay tres etapas. En la primera invitamos personas a la iglesia o al grupo pequeño, y quien esté dirigiendo en ese momento hace una parte del trabajo, que es dar testimonio de Jesús a quien seguimos. Nosotros hacemos la parte de traerlas. Traer a una persona a una reunión puede ser sencillo comparado con hablarle de Jesús. ¿Cuántos de ustedes están en Cristo porque alguien los invitó a alguna reunión?
En el siguiente paso, no solamente invitamos a alguien a una reunión, le compartimos nuestra fe. Puede ser tan sencillo como dar nuestro testimonio. Cómo era nuestra vida antes de conocer a Jesús y cómo es ahora que lo conocemos. En este punto no necesitamos mayor conocimiento de la Biblia que lo esencial para hablarle de la salvación.
El siguiente paso es el discipulado propiamente dicho. Imagínate que yo soy una persona que comparto mi fe mi fe. Lo hago con el hombre de la carnicería o con el servidor de la gasolinera. Estoy compartiendo mi fe y dando testimonio. Discipular en este caso sería ir religiosamente a la misma gasolinera, o a la misma carnicería, para seguir compartiendo mi fe por un tiempo. Aquí, normalmente utilizaré más ejemplos de mi vida, más pasajes de la Biblia. Aquí me involucro respetuosamente en la problemática de la persona. Puedo orar por sus necesidades y quizás quedar de verme en un lugar público y conveniente para seguir hablando de Cristo en su vida y quizás hasta tenga el privilegio de conocer a su familia y compartir también con ellos. Orar por sus necesidades y, por supuesto, invitarlos a mi iglesia (Sin abandonarlos una vez que llegan allí). Mi contacto periódico con el fin de ayudarle en su caminar con Cristo, esto es hacer discípulos. Normalmente, personas que han sido tratadas así, a su vez aprenden a hacer discípulos y se genera una multiplicación de vida en la iglesia.
No suena tan complicado, ¿verdad?
«Señor Jesús, por favor enséñame que el discipulado, el hacer más seguidores como yo, no es algo complicado sino más bien algo orgánico que puede suceder más “naturalmente” de lo que me imagino. Con tu favor y la dirección de tu Santo Espíritu, así será. Amén.»
¡Feliz inicio de semana!
Bendiciones