top of page

Cualquiera

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 4 jun
  • 2 Min. de lectura

Les digo la verdad, cualquiera que crea en mí hará las mismas obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre. Juan 14:12 (NTV-mod.).


Estamos hablando de permitirle al Espíritu Santo fluir desde nuestro interior —dónde fue puesto por Dios y donde su presencia crece al irle cediendo cada vez más el control de nuestra vida— al exterior para tocar las vidas de los demás.


Y la pregunta es: ¿Cómo podemos ver un aumento en la presencia y actividad del Espíritu Santo en nuestras vidas, y cómo podemos poner esa actividad sobrenatural al servicio de los demás?


Cultiva la intimidad con Dios


Como no se trata de utilizar al Espíritu Santo para nuestros propios fines, por loables y buenos que sean, no estamos buscando el poder por el poder en sí, sino la relación profunda con Dios de la cual surge el poder. Y como es en esencia una relación de amor, en la que somos amados y, por ende, aprendemos a amar como él lo hace, la meta no es el poder, sino amar a las personas como lo hacía Jesús. Los actos sobrenaturales —como la sanidad, la profecía o el dar aliento, fluyen de un corazón de compasión y amor. Del amor nace el poder. No al revés.


Entonces, pasar tiempo en oración y adoración produce cada vez más amor y sensibilidad a su presencia.


Depende del Espíritu Santo diariamente


Lo sobrenatural no es para cristianos “especiales”—es para todo aquel que sigue a Jesús. “…cualquiera que cree en mi” (nuestra cita de hoy). No es sólo para el líder carismático y “carismático” en la plataforma.


Debemos invitar al Espíritu Santo a nuestros momentos y decisions ordinarias, aprendiendo a escuchar y obedecer sus impulsos, empezando por las cosas pequeñas y avanzando a cosas más complejas. En otras palabras, vive con naturalidad lo sobrenatural. Dios usa personas comunes y corrientes, en circunstancias ordinarias y cotidianas. No tienes que ser dramático; solo estar abierto a orar por la gente, compartir palabras de ánimo y atreverte a actuar en fe cuando sientas el impulso de hacerlo.


Atrévete, aún cuando se sienta arriesgado


Muchas veces el Espíritu Santo va a poner en nosotros un impulso a hacer algo que nos da pena o que puede tener un resultado vergonzoso. Si le decimos a un extraño que al parecer tenemos una palabra para él o ella, y cuando se la damos, no tiene absolutamente nada que ver con la persona, podemos sentirnos un poco avergonzados, pero por lo menos estamos aprendiendo a ser obedientes. La fe crece cuando practicamos el responder a la voz de Dios. La obediencia es la clave de todo —aún cuando no estamos seguros. Los pasos pequeños llevan a una mayor osadía.


«Señor, enséñame a atreverme a hacer las cosas que tú pones en mi mente y corazón, y si me equivoco ayúdame a darme cuenta de que no pasa nada. Pero si no me equivoco, celebraremos tú y yo.»

 
 
 

Comments


bottom of page