En las técnicas de dibujo a lapiz o con tineta hay una manera de sombrear que se llama crosshatching. Esto sucede cuando sombreamos con líneas paralelas las cuales entrecruzamos con otras líneas paralelas para formar como una malla que da la impresión de la sombra de un objeto.
Me he dado cuenta que en la vida espiritual también hay áreas donde dos o más promesas de Dios se entrecruzan o interseccionan formando una área de empalme que da como resultado una promesa aún mayor.
Nada más piensen en el espacio espiritual donde se entrecruzan la promesa de Jeremías 29:11 y la de Romanos 8:28. La promesa de Jeremías es que Dios sabe los pensamientos que tiene acerca de nosotros y que son pensamientos de bienestar y no de calamidad para darnos el fin que nosotros mismos anhelamos. La promesa de Romanos dice que a los que amamos a Dios todas las cosas nos ayudan a bien.
Donde estas dos promesas se juntan resulta que los que amamos a Dios, los que somos sinceros en nuestra búsqueda de Dios y tenemos una actitud humilde que sabe reconocer sus errores y que sabe arrepentirse y corregir su conducta, podemos equivocarnos y tomar malas decisiones en nuestra vida, pero Dios tomará aún esos errores y desviaciones para incorporarlos en un plan de vida que resulte para su gloria y nuestro beneficio.
Esta realidad espiritual, si la creemos, será un gran alivio, pues estamos muy lejos de ser perfectos, pero si somos sinceros y no estamos tratando de engañar a Dios o salirnos con la nuestra, podemos estar seguros de que Dios encausará nuestras vidas de una manera que tendrá sentido, satisfará la esencia de lo que anhelamos y redundará en glorificar a Dios. Y todo esto a pesar, o quizás gracias a, nuestras malas decisiones y errores.
El gran “si condicional” aquí es que debemos ser sinceros y sencillos en nuestro caminar tras de Cristo. Necesitamos ser como el autor del salmo 19, que expresaba:
¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón?
Límpiame de estas faltas ocultas.
¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente!
No permitas que estos pecados me controlen (vv.12-13).
Con una actitud así le damos al Señor libertad de incorporar todo en nuestras vidas, aún lo negativo, en un gran cuadro que refleje su gloria y nuestro bienestar y gozo.
¿Puedes ver la congruencia de una vida construida sobre estas promesas?
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