No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes. 16 Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; 17 y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre. 1 Juan 2:15-17.
Este domingo sus pastores y predicadores tenemos un tema sumamente importante. Se trata enseñar que los hijos de Dios, puesto que no pertenecemos a este mundo no ambicionamos las cosas que el mundo ambiciona.
No es un tema sencillo, pero es crucial. Porque la verdad es que no podemos amar a Dios y a la vez amar al mundo y todo lo que ofrece: “Cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes.” El amor que el Padre nos da para que lo nutramos y lo hagamos crecer de modo que podamos amarlo con ese amor se ve saboteado por el amor a las cosas de este mundo. El Padre y el mundo son opuestos. Y es lo que enseñó Jesús cuando dijo:
»Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y estar esclavizado al dinero. Mateo 6:24
Ya sé que dice “al dinero” y no “al mundo,” pero 1 Juan 2:15-17 habla precisamente del mundo y todo lo que ofrece, placer, riqueza y fama. Y el dinero está realmente a la cabeza de estas tentaciones. Como dice Pablo en 1 Timoteo 6:10 “Raíz de todos los males es el amor al dinero” (RV’60). Sí, Dios y el mundo son completamente opuestos y cada vez se desenmascara más esta realidad, como poder observar aún en la actividad casual e inocente de ver la inauguración a las Olimpiadas.
Para contrarrestar esta poderosísima atracción triple existe un fruto del Espíritu Santo que es todavía más poderoso y se llama contentamiento.
Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos. 9 Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción. 1 Timoteo 6:8-9
De esta poderosa arma hablaremos el domingo. Mi intención es que no faltes a tu campus y que prepares tu corazón para recibir.
«Señor, veo que me vas hablar algo muy importante este domingo, por favor prepara mi corazón y mi Espíritu para recibir. Estoy dispuesto escuchar lo que tengas que decirme sobre este tema tan crucial. Amén.»
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