Uno de mis recuerdos más tempranos es de mi mamá cantándonos canciones de cuna. Probablemente la más antigua que recuerdo debió haber sido para mi hermana Noemí, la que sigue de mi. Si se hubiera tratado de mí yo hubiera estado demasiado pequeño para recordarlo. El caso es que recuerdo la dulzura en la voz de mi mamá cantando: “Toronjil de Plata, la cunita de oro para que se duerma este gran tesoro… este niño lindo que nació de día quiere que lo lleven a la nevería… este niño lindo que nació de noche quiere que lo lleven a pasear en coche…” Estos y otros cantos mi mamá nos cantaba cuando éramos pequeños.
Recuerdo la paz que sentía al escuchar a mi mamá. En aquel entonces no nos dormía la música de un dispositivo, era la voz inconfundible de nuestra mamá, con la cual estaba perfectamente sintonizada nuestra alma infantil. Aquel canto dulce nos llenaba de una paz y una tranquilidad inigualables. No quiere decir que no llegábamos a tener pesadillas y cosas así. Por supuesto que sí, pero estoy seguro de que en menor proporción gracias a las canciones de cuna de nuestra madre.
Si tú estás formando un hogar cristiano, esta es una de las mejores cosas que puedes hacer con tus bebés y niños pequeños. Y no tiene que ser la mamá, por supuesto. Papa puede hacerlo perfectamente. (¡No me imagino a mi papá haciéndolo en aquel entonces, pero los tiempos cambian!).
Sabes, Dios lo hace con nosotros. Dios nos canta. Canta gozo a nuestras vidas. Canta paz a nuestros corazones. Si tan sólo tenemos los oídos abiertos —“has abierto mis oídos,” dice el Salmo 40:6. Y lo digo porque en Sofonías 3:17 dice: “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”
Cuando nosotros estamos a punto de dormir, nuestro Dios vela sobre nosotros —“te aconsejaré y velaré por ti” (Sal.32:8). Nos susurra su consejo al oído —“aun de noche me instruye. Me dice qué debo hacer” (Sal.16:7 NBV). Y lo más hermoso de todo es que nos canta durante la noche (Sof. 3:17). Pienso que a veces son canciones de cuna y otras veces son serenatas de amor. Por eso, muchas veces si despertamos por la noche y ponemos atención alcanzaremos a escuchar fugazmente las últimas notas.
¿Cómo te hace sentir esto?
Que hermosa escena pude imaginarme: Nuestro Padre Celestial arrollándonos,haciéndonos saber que nunca estaremos solos y velará por nosotros al tener a Jesucristo en nuestro corazón.
"Si me aman, obedecerán mis mandamientos, y mi Padre y yo, vendremos y habitaremos dentro de ti"