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  • Foto del escritorGabriel Miyar

¡Bien Hecho!

También el reino del cielo puede ilustrarse mediante la historia de un hombre que tenía que emprender un largo viaje. Reunió a sus siervos y les confió su dinero mientras estuviera ausente. Mateo 25:14


Como ya lo he dicho antes, uno de los pasajes de la Escritura que más me asustan es la parábola de los talentos, o de las bolsas de plata en las versiones más contemporáneas. Y me espanta porque veo la facilidad con la cual yo puedo dejar de esforzarme en las responsabilidades y tareas específicas que realizo para “el Amo.” Y el Amo nos ha dado responsabilidades y tareas a todos, no solamente a los que trabajamos de tiempo completo para él como pastores o staff de la iglesia.


Veo la facilidad con la cual puedo permitirle a la flojera o al temor bajar mi ritmo. El siervo malo que finalmente es arrojado a “la oscuridad de afuera” se dejó dominar por el miedo y la flojera.


Este hombre de la única bolsa de plata tenía un montón de áreas de oportunidad. Su concepto del Amo, como el de muchos hoy en día acerca de Dios, es que el Amo era demasiado exigente: “Amo, yo sabía que usted era un hombre severo, que cosecha lo que no sembró y recoge las cosechas que no cultivó” (v. 24). Y el Amo no lo contradice, sólo le dice: “si ya sabías que soy así de exigente, ¿por qué no hiciste el mínimo esfuerzo?”


Yo trato de imaginarme la vida de estos personajes ficticios traduciéndola a la realidad en la cual están basados. El siervo que escondió la bolsa única seguramente se dedicó a sus propios asuntos. La parábola no implica que no tuviera una vida activa alrededor de sus propios intereses. Posiblemente estaba muy dedicado a sus asuntos y tal vez trabajaba arduamente para su patrimonio familiar. Tú y yo podemos estar muy activos en nuestros propios asuntos y quehaceres mientras que las responsabilidades que Dios nos ha asignado de servirle en la obra están allí “enterradas.”


Cuando pienso en el personaje que tenía las cinco bolsas de plata, o el de las dos, me imagino como se esforzaban y trabajaban en los asuntos del Amo a parte de sus propios asuntos personales. Cuándo veo gente en las iglesias que tiene mucho trabajo en su vida “secular,” pero, a parte sirven activamente en la iglesia no puedo sino imaginar la gran recompensa que tendrán cuando Nuestro Señor regrese: «”El amo lo llenó de elogios.”


Ahora, no tienes que estar súper involucrado en la iglesia. El hombre que recibió una sola bolsa de plata, lo único que tenía que hacer era traer otra bolsa de plata. Lo cual representa que podemos tener “pequeñas” responsabilidades en el reino, pero si somos fieles, escucharemos exactamente las mismas palabras que escuchó el que recibió cinco bolsas o el que recibió dos bolsas:


“Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!” (Mateo 25:21).


«Señor, por favor, trabaja en mi corazón. Si ves que no estoy llevando a cabo las tareas que me encomendaste o que no estoy dando mi mayor esfuerzo, te pido que me hagas consciente de ello. Perdóname y muéstrame el camino para involucrarme en aquello a lo que tu me estás llamando. Quiero escuchar el "bien hecho, mi buen siervo fiel." Amén.»


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2 Comments


raymundo.villasenor
Feb 08

Wow, me sentí muy en sintonía, definitivamente es un versículo del cual debo de poner en balanza continuamente, porque me puedo ir hacia el lado donde lo que me motiva es el temor y no el amor a servir, pero por otro lado como bien dices puedo quedarme en una zona de confort y dejar de hacer cosas que Dios no esta llamando a realizar, gran reflexión, gracias.

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Maria del Carmen Tello Vaca
Maria del Carmen Tello Vaca
Feb 08

Señor Jesús Amado: que podamos servirte donde estemos. Donde Tú nos has sembrado. Que el PODER que nos has otorgado como hijos y siervos sirva primero a la familia a la que pertenecemos (1 Timoteo 5:8) y que el FRUTO de Gálatas 5:22, dada la semilla de tu Santo Espíritu en nosotros, sea nuestro diario vivir. Gracias por mi contexto y mis circunstancias que me moldean para ser de la estatura y del carácter tuyo, Jesús. Amén.

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