Amor por las Palabras
- Gabriel Miyar

- 12 sept
- 2 Min. de lectura
¡Qué dulces son a mi paladar tus palabras! Son más dulces que la miel. Salmo 119:103
Desde muy niño aprendí a amar las palabras. Empecé a hablar temprano y nadie me podía callar. Me cuenta mi abuelita que, teniendo yo como año y medio, una noche yo no paraba de hablar y ella me dijo: “Mijito, cierra tu boquita para que te duermas.” A lo que yo conteste en mi lógica: “¿Por qué mejor no cierro los ojos.” Ella acabó carcajeandose.
Aprendí a leer entre segundo de kinder (en aquella época, sólo hacíamos dos años de kinder y luego la primaria). Esta nueva habilidad abrió el mundo para mí, leía todo aquello donde se posaran mis ojos, muchas veces ni entendía lo que estaba leyendo, pero podía leerlo. Era como magia. Unos signos tenían la facultad de hablar. Allí, poco a poco, comenzó a desarrollarse mi fascinación por las palabras y sus significados.
Leí mi primer libro completo a los 8 o 9 años (una colección de narraciones para niños) y quedé fascinado. Pronto empecé a leer otros libros, sobre la naturaleza principalmente, y algunos cuentos apropiados a mi edad. En mi adolescencia, me convertí en un lector voraz, ávido de historias reales o imaginarias y alguien que empezaba a saborear diferentes palabras. Las palabras en otro idioma eran un misterio demasiado atractivo para mí. Pronto estaba leyendo porciones de diccionarios.
En la preparatoria, me empecé a aficionar por la poesía, donde podía saborear con más intensidad las palabras y la forma armoniosa en que se podían combinar para crear una sensación estética placentera. Las palabras armonizaban para formar un poema; interactuaban para crear una historia; se ordenaban para enseñar un tema.
Cuándo conocí a Cristo y empecé a leer la Biblia, entré en una dimensión totalmente nueva y asombrosa. Las palabras no solamente creaban belleza, contaban historias, enseñaban lecciones, sino que nos llevaban a trascender nuestra existencia terrenal. Cuando empecé a leer la Biblia, mi espíritu quedaba fascinado por todas las cualidades hermosas que yo admiraba en la lectura en general, pero además con una relevancia literalmente eterna.
Cuándo llegue a la persona de Jesucristo, en los evangelios, encontré todas las cosas que yo amaba. Las palabras se confabularon para revolucionar mi vida. Las palabras me presentaron a Aquel a quien mi alma realmente estaba buscando, y llegué a casa. Una casa en gran parte construida con spalabras. Cada género de la Biblia, la narrativa antigua del Génesis y los otros cuatro libros de Moisés; las aventuras de Josué a Ester; la poesía práctica y sumamente aplicable a la vida diaria de Job a Ecclesiastés; los mensajes urgentes y apasionados de los profetas; como digo, los evangelios; las cartas con su enorme riqueza de enseñanza teórica (doctrina) y práctica. La Biblia es esa fuente de palabras vivas que transforman día a día mi vida.
Palabra de vida.

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Acabo de escribir que antier enterré a mi hermanito de 35 añotes (pero al fin mi hermano el más chico) recibí muchas palabras de ánimo, dando su pésame y ayer por la noche recordé este blog , PALABRAS!
siempre he creído q no hay palabras cuando se muere alguien a quien aman pero me toco enterrar a quien jamás creí q me tocaría y créanme que si recibí unas palabras (pocas) q entraban a mi espíritu y me daban un abraso al alma, palabras cuando se sentían llenas de amor y algo q no puedo expresar con palabras !
Gracias Gabriel por q Dios sabe cuando necesitamos hablar para dar ese mensaje
Es absolutamente increíble como hay por lo menos un versículo para cada persona, como si hubiera sido escrito especialmente para ti. Cómo cada palabra, personaje, capítulo, tiene muchas lecciones, advertencias, promesas, y todas vienen del amor y piedad infinita de Dios.
Las palabras son poderosas cuando las sabes usar, pero más que eso, cuando sabes escuchar. A veces el ruido en nuestras vidas hace difícil escuchar la calma en la voz de Cristo, pero si algo nos repite incontables ocasiones, es que mientras tú te acerques a Él, te contestará en su tiempo y gracia. ¡Gracias por compartir! 🫂
Y aún más fascinante cuando Justo necesitamos escuchar lo q estamos leyendo! leemos lo q algún hijo ,amiga o conocido nos pregunto y recordamos q eso q leímos es para ellos .
Tenemos un Dios vivo que nos habla!