Amando Su Palabra

Feliz el hombre

que no sigue el consejo de los malvados,

ni va por el camino de los pecadores,

ni hace causa común con los que se burlan de Dios,

sino que pone su amor en la ley del Señor

y en ella medita noche y día.

Salmo 1:1-2 (DHH).

El primer salmo del Libro de Salmos en nuestras Biblias pone las bases para los otros 149 salmos. El lector es invitado a leer la totalidad del Libro de Salmos como una guía para la vida en Dios —una vida que el salmo describe como “feliz.” Y, de hecho, es una invitación a leer la totalidad de las Escrituras como la actividad central de los creyentes. Además, desde el inicio correlaciona la conducta de éstos con la dedicación a leer y meditar su Palabra. En la medida en que meditamos en su instrucción (Torah o Ley significa “instrucción”), en esa medida nos apartamos del consejo de los malvados, del camino de los pecadores y de los que no creen en Dios y se burlan de nuestra dedicación a Él.

Me gusta esta versión de Dios Habla Hoy, porque habla de amar la instrucción del Señor, de amar Su Palabra, la Biblia. Pero, el amor es algo que se cultiva. Comienza por una afición, se desarrolla en una disciplina y se convierte en algo que amamos. Así como la maldad y la incredulidad son progresivas, así la devoción es igualmente progresiva. Este inicio del Salmo 1 en una traducción más libre dice:

¡Feliz!

No el que camina por donde los incrédulos,

no el que se detiene con los pecadores,

no el que de plano se sienta en la sección de los cínicos.

Primero camina con los incrédulos sólo un trecho, luego se detiene a conversar con ellos y finalmente se sienta a convivir con ellos.

Pero, de la misma manera, las personas que perseveran en leer la Biblia y meditar en su instrucción comienzan a ver sus vidas transformadas progresivamente. Hasta que…

Son como árboles plantados a la orilla de un río,

que siempre dan fruto en su tiempo.

Sus hojas nunca se marchitan,

y prosperan en todo lo que hacen.

Salmo 1:3 (NTV).

Esta es una promesa de Dios para ti. Por ello, te animo a que perseveres en tu lectura y meditación de la Biblia. Si no tienes mucha experiencia o mucha constancia en hacerlo, no te preocupes, el Señor te vuelve a dar la oportunidad. Lee los evangelios y los Salmos y de allí avanza a otros libros de la Biblia.

«Señor, quiero aprender a leer tu Palabra y a meditar en ella diariamente, como me dice este salmo. Quiero perseverar y llegar a amarla de corazón.»