—Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?
—Hagan que se sienten todos —ordenó Jesús.
En ese lugar había mucha hierba, así que se sentaron. Los varones adultos eran como cinco mil. Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados. Juan 6:9-11 (NVI)
Esta semana hablamos acerca de la multiplicación y vimos este milagro impresionante que hizo Jesús para alimentar a una multitud. Ahora me gustaría enfocarme en un detalle de la historia, el hecho de que este milagro se llevó a cabo gracias a la generosidad sacrificial de un muchacho, quien entregó todo lo que tenía en manos de Jesús.
En el pasaje leemos que Jesús tomó TODO lo que tenía este joven para multiplicar el alimento y que fuera suficiente para todos y aún sobrara. No fue un milagro como el maná donde literalmente caía pan del cielo, sino que fue un milagro de multiplicación, lo que implica que había algo que reproducir. Esto es importante, pues creo que muchas veces podemos ver necesidades a nuestro alrededor que nos abruman, quisiéramos poder ayudar, pero nos damos cuenta de que no nos alcanza, pues la necesidad es mucho más grande que nuestras capacidades.
Sin embargo, Dios nos llama a poner en Sus manos lo que tenemos ahora. No se trata de hacer lo que podemos en nuestras fuerzas, se trata de poner lo que tenemos en manos de Dios y ver cómo es Él quien hace el milagro, se trata de Dios dándonos la oportunidad de ser sus colaboradores.
Desafortunadamente, muchas veces vemos las necesidades a nuestro alrededor tan inmensas y vemos nuestras limitaciones y nos quedamos ahí. Sabemos que lo que podemos hacer es insuficiente y decidimos mejor no hacer nada. “¿Para qué voy a dar de mi dinero, dones, habilidades, tiempo, esfuerzo, entre otras cosas, si no voy a hacer ninguna diferencia?” Se nos olvida que es Dios quien hace el milagro de la multiplicación cuando nosotros ponemos en Sus manos lo que tenemos. Creo que ahora es un buen tiempo para estar atentos acerca de qué nos está llamando Dios a entregar.
«Señor, ayúdanos para poder ver qué es lo que podemos dejar en Tus manos para ver estos milagros de multiplicación impresionantes, ayúdanos a confiar en Ti. Amén.»
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