Una interpretación mía en la Navidad.
Luego fui testigo de otro suceso importante en el cielo. Vi a un gran dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada cabeza. 4 Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas en el cielo y las arrojó a la tierra. Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se paró delante de ella, listo para devorar al bebé en cuanto naciera (Apoc. 12:3-4, NTV).
En Apocalipsis, Juan siguiendo el modelo de los profetas del Antiguo Testamento, mezcla eventos recientes en su época y eventos muy en el futuro en una misma visión profética.
La mujer de Apocalipsis 12 en el futuro representa a Israel que dio a luz a la iglesia. La iglesia sufrirá de una persecución sin precedentes en los tiempos finales.
Pero, en el pasado reciente de Juan, la mujer representa a María que da a luz a Jesús. El Dragón es Satanás. Las estrellas que Satanás arrastra consigo para caer sobre la tierra son los demonios que él hizo caer junto con él a la tierra intentando estorbar el establecimiento del Reino de Dios.
El dragón perdió la batalla y él y sus ángeles fueron expulsados del cielo. 9 Este gran dragón—la serpiente antigua llamada diablo o Satanás, el que engaña al mundo entero—fue lanzado a la tierra junto con todos sus ángeles (vv.8-9).
El dragón parado frente a la mujer listo para devorar al bebé es Satanás. Cuándo Jesús nació, en el mundo invisible, Satanás lo acechó, pues no se iba a quedar de brazos cruzados mientras Jesús hacía Su entrada en este mundo. Sí hubo manifestaciones visibles, como Herodes queriendo matar a Jesús matando a los niños de Belén. Pero los hechos invisibles fueron aún más impactantes. La obra de El Llegó le atinó cuándo describió la gran batalla en el cielo en el tiempo del nacimiento de Jesús.
Siempre que Dios se prepara para hacer algo, Satanás está al acecho. Y cuando Dios está a punto de hacer algo en tu vida, Satanás también se presenta para querer impedirlo, pero si nosotros enlistamos la ayuda del Señor mediante la oración y el ayuno, Satanás está perdido.
¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar. Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe (1 Pedro 5:8-9, NTV).
¡Mantente alerta contra las asechanzas del diablo!
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