Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. Filipenses 3:10
Cuando Pablo escribió estas palabras, ya tenía años de conocer a Cristo. Sin embargo, aquí habla de conocerlo mucho más profundamente. De una manera cada vez más experiencial.
La metáfora del nuevo nacimiento nos da una idea de lo que está implícito en conocer a Dios y crecer en ese conocimiento. De la misma manera que el ser humano nace físicamente al mundo y pasa por un ciclo de desarrollo desde infante, a niño, adolescente y adulto, así el hijo de Dios nace espiritualmente y está llamado a moverse a lo largo de un ciclo de desarrollo similar. Estas etapas se mencionan en el Nuevo Testamento. Pablo, por ejemplo hace la distinción entre creyentes maduros e infantes en Cristo (1 Cor. 2:6; 3:1) y el escritor de Hebreos hace lo mismo (Heb. 5:11–14). El apóstol Juan igual:
Les escribo a ustedes, los que son maduros en la fe [lit. padres]
porque conocen a Cristo, quien existe desde el principio.
Les escribo a ustedes, los que son jóvenes en la fe,
porque han ganado la batalla contra el maligno… 1 Juan 2:13
Espiritualmente el bebé más nuevo en Cristo conoce a Dios, pero no muy bien. Conforme el bebé crece en gracia, él o ella progresarán hacia la madurez y al hacerlo, llegarán a conocer a Dios mejor y mejor. Probablemente hemos visto esto si hemos sido creyentes por algún tiempo. ¡Qué gozo encontrar a un infante en Cristo, un nuevo convertido, impaciente y lleno de celo por las cosas de Dios! Pero que bendición, conocer a un “padre” o a una “madre” en Cristo, un creyente maduro, que ha caminado fielmente con Dios por décadas, y cuya vida se caracteriza por un grado de amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, y autocontrol que es similar al de Cristo. Esta clase de relación madura es a la que somos llamados todos los creyentes.
Finalmente, Pablo en Filipenses 3, aspira a un grado aún mayor de conocimiento de Cristo, sufrir con él, ser rechazado igualmente que a él, sufrir persecusión y aún el martirio a semejanza Suya. ¿Por qué? ¿Porque es masoquista? No, por supuesto que no. Se trata de ese nivel de compañerismo que solo logran los que han sufrido juntos. Por eso añade: “¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte!” (Fil. 3:10c).
«Señor, quiero conocerte mejor cada día. Guíame hacia la madurez, Enséñame a decir con Pablo, “¡a fin de conocerte!” (No te digo que ya estoy listo para pedir sufrir contigo, pero me encantaría poder llegar a eso), amén.»
Hasta llegar al conocimiento pleno en su hermosa presencia !
Gracias Pastor 🙏🏼
Arturo M.