Toda la semana hemos estado hablando de invitar a nuestros amigos y conocidos a nuestras reuniones para que conozcan a Jesús. Jesús, de quién estamos convencidos que preside esas reuniones y dispensa su amor y su gracia, las cuales han transformado nuestras vidas y pueden transformar la suyas.
En el evangelio hay un episodio en el cual unos amigos no solamente invitaron, sino que trajeron a cuestas a un amigo en común. Marcos 2:1–12.
Cuando Jesús regresó a Capernaúm varios días después, enseguida corrió la voz de que había vuelto a casa. 2 Pronto la casa donde se hospedaba estaba tan llena de visitas que no había lugar ni siquiera frente a la puerta. Mientras él les predicaba la palabra de Dios, 3 llegaron cuatro hombres cargando a un paralítico en una camilla. 4 Como no podían llevarlo hasta Jesús debido a la multitud, abrieron un agujero en el techo, encima de donde estaba Jesús. Luego bajaron al hombre en la camilla, justo delante de Jesús. 5 Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: «Hijo mío, tus pecados son perdonados»...
Sólo los espectadores originales saben todos los trabajos que pasaron estos hombres para subir a su amigo paralítico a la azotea. Pero, el episodio narra que hasta hicieron un agujero en el techo para bajarlo, seguramente con cuerdas, frente a Jesús. Esto es mucho esfuerzo y es el fruto de la convicción de ellos de qué Jesús podía sanarlo. Lo que ellos probablemente no sabían es que Jesús lo iba a sanar primeramente de su espíritu y después de su cuerpo.
Sí, lo primero que Jesús hace es perdonar sus pecados. Con lo cual nos dice que el mayor problema de este hombre no era su terrible parálisis física, sino su parálisis espiritual. La primera lo condenaba a una vida postrado, la segunda a una eternidad de sufrimiento.
Seguramente mucha gente ahí pensó: “¿Perdonar sus pecados?” Lo que este hombre necesita es sanidad. Y sí, Jesús sabía que este hombre necesitaba sanidad, por supuesto, y estaba preparado para proveerla. Lo que necesitaba era una excusa y está la proveyeron los religiosos fariseos cuando se escandalizaron de qué Jesús se acreditara la autoridad para perdonar pecados.
Jesús les dijo cualquiera puede decir: “Tus pecados son perdonados,” eso es fácil, nadie ve el resultado. «Así que les demostraré que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados». Entonces Jesús miró al paralítico y dijo: 11 «¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!». El paralítico fue sanado lo cual demostró el poder y la autoridad de Jesús.
Llevemos a nuestros amigos ante Jesús, él sabe qué sanidad necesitan ellos. Los esperamos este domingo 27 de agosto en DOMINGO + 1
Gracias por tus comentarios.
Me gusta el verso 5 : Al ver la fe de ellos..(los amigos ) así creo que debemos estar creyendo y orando nosotros para este domingo.. 👍🏻