También observé otro ejemplo de algo absurdo bajo el sol. Es el caso de un hombre que está totalmente solo, sin hijos ni hermanos, no obstante trabaja mucho para acumular toda la riqueza posible. Ecle. 4:7-8a.
Con estas palabras, el autor del libro de Eclesiastés (atribuido a Salomón) plantea el dilema de un hombre “totalmente solo,” sin hijos ni hermanos, que “no obstante trabaja mucho para acumular toda la riqueza posible.” El autor hace que su personaje hipotético tenga un reality check —un momento de revelación— que lo hace volver en sí y preguntarse: “«¿Para quién trabajo? ¿Por qué me privo de tantos placeres?». Nada tiene sentido, todo es tan deprimente” (v.8). El problema no es que esté solo, sino que se esfuerce tanto por acumular cuando no tiene un sucesor a quien legarle el fruto de todo ese esfuerzo.
Enseguida vienen aquellos versículos tan conocidos que se leen en las bodas. Es el pasaje que afirma que “es mejor ser dos que uno.” Dos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro lo levanta. Dos personas acostadas espalda con espalda pueden brindarse calor mutuamente, etc. Originalmente el pasaje se refería a dos amigos compañeros de batalla, por eso más adelante dice: “alguien que está solo puede ser atacado vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen” (vv.12). Pero, obviamente, es válido usarlo para la pareja nupcial.
La función original de estos conocidos versículos era que formaban parte de un argumento en contra de la soledad y a favor de estar conectados en amistad y compañerismo. Es un llamado elocuente a no resignarte a una vida solitaria, sino que el acompañamiento que anhelas en tu vida, esas conexiones significativas, no van a suceder por sí mismas; ¡necesitas hacer que sucedan! Yo sé que no es fácil de ninguna manera.
Puedes empezar por acomodar tus prioridades y tus metas, pasando de metas externas materiales a metas internas de relación y amistad (¿recuerdas el estudio de la Universidad de Rochester que mencioné el domingo pasado?). Puedes hacer de esta búsqueda un motivo de oración. Yo sé que las relaciones románticas son más complejas, y muchas veces parecen fuera de nuestro control (aunque realmente no lo están), pero puedes comenzar por las relaciones de amistad y compañerismo como lo recomienda Eclesiastés 4. Estoy seguro de qué contarás con el apoyo del Señor y la provisión de su gracia y de su favor con los demás.
«Señor, ayúdame a ser proactivo en este tema de las relaciones, la amistad y el compañerismo. Examina mi corazón y ve si hay cosas allí que me impiden buscar una relación significativa. Si encuentras que no confío en nadie, ayúdame, Señor, a confiar aún con el riesgo de ser lastimado. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús, amén.»
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