Cuándo hablamos de que, como hogares cristianos, somos diferentes de los hogares no cristianos, muchas veces, en algunas culturas, pagamos un precio alto por ir a contracorriente. Cuando en mi familia de origen conocimos a Cristo de una manera diferente a lo tradicional en nuestro país y nos convertimos en un hogar cristiano tuvimos que pagar un precio.
Recuerdo la primera Navidad que pasamos después de nuestra conversión. Fuimos invitados a una reunión navideña de nuestra numerosa familia extendida. Tíos, primos, sobrinos y toda la parentela. Mi papá y yo, ávidos de poder compartir nuestra nueva fe con nuestros familiares, preparamos una presentación del evangelio. Mi papá escribió el texto y yo hice dibujos mostrando los puntos principales de la plática en un rotafolios (siempre fui bueno para dibujar).
Nuestra presentación no era nada controversial ni atacaba las creencias de la iglesia tradicional, sólo presentaba la razón por la cual nuestro Señor Jesucristo había venido al mundo y lo que había logrado para nosotros con su muerte y resurrección. Apoyada con citas bíblicas muy bien escogidas, incluía algunas profecías clave acerca de nuestro Señor y un par de textos centrales de los evangelios. Además, el mensaje dejaría bien claro que la salvación era por fe y no por obras.
Cuando llegó la Nochebuena pedimos un espacio antes de la cena (y antes de que la gente hubiera tomado mucho) y mi papá se dirigió a ellos con mucho fervor mientras yo iba pasando las hojas en el rotafolio. Sin embargo, a medida que avanzaba la plática, los rostros de nuestros parientes empezaron a cambiar, a endurecerse. Muy contrario a lo que nosotros esperábamos, al final de la plática ellos estaban enojados y algunos se burlaban. No fue una noche muy agradable. Al final nos retiramos lo más pronto que pudimos después de la cena. Fue sumamente incómodo.
A partir de ese momento, nos aislaron radicalmente. Dejaron de invitarnos a las reuniones de la familia. Dejaron de llamarnos por teléfono y de buscarnos como solían hacerlo antes, especialmente en los días de aniversarios. Era como si ya no existiéramos.
Antes de cerrar este espacio, necesito decirte que con el paso de los años la actitud de mi familia extendida cambió de manera favorable. Algunos de ellos incluso llegaron a conocer a Cristo y casi todos los demás aprendieron a respetar nuestra fe al ver nuestro testimonio.
Platícame cuál ha sido tu experiencia al ser parte de un hogar diferente.
コメント