¿Con quién podemos comparar a Dios?
¿Qué imagen se puede encontrar que se le parezca?
¿Se le puede comparar con un ídolo formado en un molde,
revestido de oro y decorado con cadenas de plata? Isaías 40:18-19
Antes de conocer a Cristo, yo era ateo. Era un ateo sincero y convencido, no era un “ateo gracias a Dios”. Desde muy joven, me aparté de la religión. De hecho, la ciencia ocupaba el lugar de la religión en mi vida. Cuando tenía 13 años, mi papá me regaló la enciclopedia de la ciencia de Time-Life, y eso se convirtió en mi Biblia.
En la carrera de biología, de la cual cursé dos años antes de cambiarme a medicina, lleve 2 semestres de Metodología de la Ciencia, donde me enseñaron a pensar con gran rigor. Me enseñaron a diseñar experimentos que arrojaran datos confiables, teniendo grupos testigo y con frecuencia en un arreglo “doble ciego.” (no tengo tiempo de explicar esto, pero añade rigor a los resultados). Todas esas estadísticas que usan para comercializar productos en las que alegan “resultados comprobados científicamente,” me dan risa.
Explico todo esto, para que tengas una idea de mi mentalidad. Por eso cuando, después de muchísima insistencia por parte de mi papá, finalmente un día me decidí a leer la Biblia, mi enfoque era de un riguroso esceptisismo. Sin embargo, para sorpresa mía, me encontré con un libro único en el mundo. Yo pensaba que el contenido de la Biblia era mitología hebrea, el equivalente semita de la mitología griega o nórdica. Pero mi gran sorpresa vino cuando me di cuenta de que la Biblia era muy diferente de las mitologías.
Para empezar, en la Biblia Dios era transcendental. No lo podías representar con una imagen. Yo sabía que todas las culturas del mundo —todas— desde Indonesia, hasta México, desde los patagones hasta los inuit del ártico, los chinos y los aborígenes australianos, tenían imágenes de sus dioses, no así la Biblia. Era única en esto.
Todas las demás culturas tenían dioses y diosas —lo cual es muy natural, pues las religiones parten del hombre, quien proyecta su experiencia y la aplica a los dioses que inventa. Nosotros existimos como varones y hembras, por lo tanto, los dioses deben también ser así. Pero, en la Biblia hay Dios, pero no hay diosa. El Dios de la Biblia trasciende estas categoría humanas.
Además, la Biblia afirma que los astros no son dioses, cuando todos los pueblos de aquella época pensaban que los astros eran dioses. Todavía hoy llevan los nombres de los dioses romanos. ¡Y estas tribus hebreas de pastores y agricultores sabían que no son dioses!
Todo esto me convenció de qué la Biblia no era un compendio más de mitología. Se trataba de algo singular y único en la historia de la humanidad, muy diferente, a todo lo que yo había leído en las diferentes mitologías.
Y cuando llegue al Nuevo Testamento a la Persona de Jesús, quedé atrapado. Pero eso será para otra ocasión. ¡Por lo pronto, quiero decirte que ese Libro negro que tienes en tus manos es sobrenatural!
Gracias por compartir algo de tu propia historia 🙏🏼
Arturo M.