Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro. Efes. 4:4 (NTV).
Estamos en la serie Atravesando el Valle, que trata de cómo vivir en una comunión cercana con el Espíritu Santo cuando no estamos en una conferencia o en un servicio especial o en una reunión de oración especial donde se enfatiza el mover del Espíritu Santo. Básicamente es cómo vivir con él en el día a día.
Me voy a remontar al 23 de abril. Fue el segundo domingo de la serie El Poder de Pentecostés. Ese domingo Danielita predicó un mensaje en el que dijo: “El Espíritu nos hace un pueblo, pues de entrada es Él quien nos revela a Jesús y nos hace formar parte del Cuerpo de Cristo.”
Somos una familia formada por el Espíritu Santo cuyos lazos son más fuertes que los lazos familiares consanguíneos. Aunque la conversión sin duda comienza como una experiencia “Dios y yo,” no termina allí, porque todos los cristianos somos partícipes juntamente de la gracia de Dios.
La filosofía que guía nuestras iglesias nace de una convicción profunda de que no solamente hemos sido perdonados por Jesús individualmente, sino que ahora somos parte, primero de una familia local en Dios, y también de una familia universal como miembros de la cuál las iglesias debemos cooperar unas con otras para alcanzar juntas al mundo.
Cuándo tú pasas junto a otro cristiano en los pasillos de la iglesia o te sientas al lado de otra creyente el domingo, se trata de un dedo pasando junto a otro dedo de la misma mano, o un músculo del antebrazo sentado junto a uno del hombro. Ambos controlados por una sola cabeza. Pueden ser ustedes de diferente género, diferente estrato social, de personalidades totalmente opuestas o con una separación de 50 años de edad—pero están más conectados que dos hermanos de la misma familia consanguínea, que salieron del mismo vientre, se amamantaron de la misma leche y poseen el mismo ADN físico!
Si estoy peleado con la iglesia, esto me pone en desarmonía con el Espíritu Santo. Tal vez yo tenga razón en estar resentido, pero si quiero mantener la comunión con el Espíritu Santo necesito resolver esto. ¿Qué puedo hacer hoy para acercarme a una resolución? ¿A quién debo llamar?
Tus comentarios, gracias.
Cuando la iglesia donde más experimente ese sentimiento de lazos familiares más allá de lo consanguíneo se disolvió, realmente se sintió como una orfandad espiritual, pero el seguir conectado a la cabeza me hizo encontrar nuevas familias, nuevos lazos, desde fibras de ese mismo corazón como lo es palabra de vida, hasta partes más lejanas como lo es acá, del otro lado del mundo, ando conviviendo con los tobillos o las orejas y es increíble ver cómo la familia de Cristo es global , es asombroso y muy motivador!