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¡Sé Tú el Prójimo!

  • Foto del escritor: Gabriel Miyar
    Gabriel Miyar
  • 28 mar
  • 2 Min. de lectura

Jesús, en la parábola del Buen samaritano concluye con estas palabras:


»Ahora bien, ¿cuál de los tres te parece que fue el prójimo del hombre atacado por los bandidos?—preguntó Jesús. Lucas 10:36


¡Que rara manera de plantearlo! ¿No? Uno esperaría que Jesús dijera: “¿No te parece que el samaritano reconoció a su prójimo en el hombre atacado por los bandidos, a pesar de que era judío y él samaritano?”


Como cuando la mujer Samaritana en Juan 4 remarca la diferencia entre ambas razas:


“La mujer se sorprendió, ya que los judíos rechazan todo trato con los samaritanos. Entonces le dijo a Jesús: —Usted es judío, y yo soy una mujer samaritana. ¿Por qué me pide agua para beber?” (v.9).


Si este hombre samaritano reconoció a su prójimo a pesar de la tremenda separación cultural, ¿por qué no puedes tú reconocer a tu prójimo aún entre los que aborreces? Esto es lo que yo esperaría que Jesús preguntara. En otras palabras, lo que Jesús está diciendo es: “no preguntes quién es tu prójimo; sé tú el prójimo de alguien. Sé el prójimo de alguien con necesidad de compasión, provisión, compañía, o cariño. No preguntes quién es mi prójimo, sino de quién puedo ser yo el prójimo el día de hoy.”


Dos de las personas que pasaron por el camino fallaron en ser prójimo del hombre que había sido asaltado. Dos no amaron a su prójimo como a sí mismos. Sólo se amaron a sí mismos, y se preocuparon por sí mismos. Y ese amor por uno mismo jamás da fruto. Es un amor estéril. Si nuestro amor por nosotros mismos no está acoplado al amor por los demás, vivimos en una total esterilidad en cuanto al amor.


Este mensaje es muy importante en los tiempos en los que vivimos, en los que, por todos los medios, se enfatiza el que uno se ame a sí mismo y se preocupe por uno mismo. Vivimos en una época de enorme egoísmo y Jesús nos llama a salir de este mundo y sus valores. Salir de este mundo al que ya no pertenecemos y que seamos radicalmente diferentes. Así que en lugar de querer limitar lo que Dios quiere hacer haciendo solamente el mínimo posible, más bien vayamos delante de Jesús, diciéndole: ¿De quién puedo ser hoy prójimo?


«Señor Jesús, te pido que cambies profundamente mi mentalidad y mis sentimientos y que engendres en mí los valores profundos y radicales del reino. Valores contrastantes con los reinos de este mundo. Yo te pertenezco a ti, no al mundo. Así que siembra en mí tu gran amor por ti y por los demás.»

 
 
 

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