No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Filipenses 4:6
¡Que difícil es batallar contra la ansiedad! Siempre anima el hecho de ver a alguien ir venciéndola poco a poco, aún si requiere de medicamentos. Que por cierto, es my saludable reconocer esta necesidad públicamente, como lo hizo Armando, porque muchos creyentes sienten que tienen que vivir sus luchas “sin anestesia.” Sin ninguna ayuda fuera de su pionera fe desnuda. Sienten que echar mano de medicamentos, en el mejor de los casos es trampa, y en el peor es infidelidad para con Dios.
Esto no significa que el medicamento hará todo el trabajo, porque de hecho no lo hará. La persona tendrá que aprender a echar mano de las promesas y el poder de Dios para ser completamente libre. El medicamento sólo hará que la cuesta que tiene que escalar no tenga una pendiente tan pronunciada. Es una ayuda. Solamente. Pero, al final, el creyente afligido por esta condición aprenderá (o no) a confiar en Dios.
Armando jugó con la facilidad con la que Pablo simplemente dice: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo” —¡Ah sí, que fácil!— pero cuando describió las circunstancias dentro las cuales Pablo aprendió a no preocuparse, eso nos quitó cualquier objeción que pudiéramos tener.
Aun así, no es nada sencillo. Y vienen muchas luchas: “¿Por qué me cuesta tanto trabajo confiar en Alguien tan confiable como Dios?” Pero, muchas veces, es una propensión genética. Y no debemos añadirle a la dificultad para vencer la ansiedad la culpabilidad por estar batallando. Cuando Dios se haya frente a un hijo o una hija que tienen una propensión natural, a ser aprensivos y llenarse de ansiedad Él tiene un especial cuidado de no hacernos sentir culpables (esto viene del lado oscuro) y de animarnos, una, y otra vez. Por lo cual es clave que aprendamos a desechar esa voz acusadora y a recibir la voz de un padre amoroso que nos anima diciendo: “¡Vamos, tú puedes! Yo estoy aquí para ayudarte, lo vas a lograr. Tienes todo para hacerlo y cuentas con mi apoyo, poderoso e incondicional.”
Nuestra cita también dice que le demos “gracias por lo que él ha hecho.” En mi caso personal, en mi lucha contra la ansiedad, yo le doy gracias porque antes, como les he platicado, me devoraba las uñas y es un poderoso aliciente para mí haber dejado atrás aquella etapa de ansiedad tan abrumadora.
«Señor, ayúdame a escuchar solamente tu voz en este proceso. Cierra mis oídos a todas las voces acusadoras, y déjame oír solamente tu dulce voz de ánimo y aliento…»
Señor Jesús.... quiero escuchar tu dulce voz rompiendo el silencio en mi ser . Se que me harías estremecer y podría llorar o reír Pero no podría estar ante Ti sin sin querer nada más , nada más, que escucharte Hablar. Hablame. Señor Jesús !!