Ahora quítate de en medio, para que mi ira feroz pueda encenderse contra ellos y destruirlos. Después, Moisés, haré de ti una gran nación. Exodo 32:10
Esta cita es parte del episodio cuando Moisés tardaba en bajar del Monte Sinaí y los israelitas dijeron: “no sabemos que le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto” y le pidieron a Aaron que les hiciera “dioses que puedan guiarnos” (32:1). Su corazón seguía lleno de la idolatría de Egipto. Es el episodio terrible del Becerro de Oro.
Naturalmente Dios estaba fúrico y es cuando le dice a Moisés: “¡Quítate de en medio…!” Lo que me llama la atención es la posición de Moisés: “en medio.” Entre Dios y el pueblo. “¡Quítate de en medio!” Imagínate estar ante Dios enfurecido y que no te importe porque estás lleno de amor, compasión y celo por tu pueblo. Tanto, que te atreves a interponerte entre un Dios airado y tu pueblo culpable. Este es el espíritu “sacerdotal.” Es el espíritu del pastor que ama a su pueblo.
Ante todo, este es el espíritu de nuestro Señor Jesucristo, quien se interpuso entre la ira de Dios y nosotros en la cruz. Por eso es el Buen Pastor (Juan 10). El es el buen pastor que es llamado el “príncipe de los pastores” (1 Pe. 5:4—el Gran Pastor o el Pastor Principal), quien ha nombrado pastores conforme a Su corazón y con un corazón por Su gente.
El profeta habla al pueblo de parte de Dios. El sacerdote o pastor habla a Dios de parte del pueblo. Intercede por su gente. Y aun cuando el pastor no esté consciente de pecado específico, como Job, que “se levantaba temprano por la mañana” e intercedía por sus hijos “por si acaso” (Job 1:5), así el pastor ora por su gente.
¡Qué afortunado es el pueblo que cuenta con pastores así! (No que ya estenos dando la medida, pero nos esforzamos, como decía Pablo en Fil. 3:12). Yo le doy gracias a Dios por los pastores y pastoras de IPV, a nivel global, los pastores en cada campus y los pastores asistentes. Y siento pedirte que ores por nosotros el día de hoy para que seamos fieles a nuestro llamado. Que cada día habite más y más en nosotros el espíritu del Gran Pastor. Y que nuestro amor por la iglesia entera crezca y crezca.
«Señor, gracias por nuestros pastores y pastoras. Te pedimos que profundicen en las implicaciones de su llamado y que habita más y más el Espíritu del Buen Pastor en sus corazones. Fortalécelos para llevar la carga con amor y entereza. Siembra en sus corazones un profundo amor por la gente bajo su cuidado y protégelos de los ataques del Maligno... En el nombre de Cristo Jesús...»
Amén 🙏🏼