¡Nunca te Fallaré! ¡Jamás te abandonaré!

Sin embargo, Jerusalén dice: «El Señor me ha abandonado; el Señor me ha olvidado». Isaías 49:14

Jerusalén, aquí personificada, encarna también el sentir de alguien que está en depresión. «El Señor me ha abandonado; el Señor me ha olvidado» Son un par de frases que han usado cientos de miles de personas, palabra por palabra, a lo largo de la historia, la mayoría de ellos creyentes sinceros. Tal vez tú mismo, o tú misma, usaste exactamente esas mismas palabras en alguna ocasión.

Ahora, considera la respuesta del Señor.

«¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz?» (v.15a). Las mismas palabras exactas, palabra por palabra te las dice el Señor a ti. De hecho cada vez que un hijo o una hija de Dios dice: “El Señor me ha abandonado; el Señor me ha olvidado” Dios dice invariablemente: “¡Jamás! ¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho? ¿Puede no sentir amor por el niño al que dio a luz?”

Pero, como el Señor sabe que podrías decir: “Pues, yo conozco a una mujer que se olvidó, por tal y tal circunstancia, de su niño de pecho. Sí, conozco a una mujer que no sintió amor por el niño que dio a luz. Si conces un aberrante caso así, que no dudo que los hay, el Señor se toma el tiempo de añadir:

Pero aun si eso fuera posible,

yo no los olvidaría a ustedes. (v.15b)

En este pasaje de Isaías 49 el Señor se esfuerza por hacerle saber a su gente, tú incluido, ¡que Dios “Jamás” te abandonará, que “jamás” se olvidará de ti!

Por si piensas que Dios está hablando exclusivamente a Jerusalén e Israel, en el Nuevo Testamento, en una carta general escrita a la iglesia reitera:

«Nunca te fallaré.

Jamás te abandonaré»

Hebreos 13:5

Y la razón para esto, nos dice el Señor en Isaías 49 es porque… «he escrito tu nombre en las palmas de mis manos» (v. 16a).

«Señor, ¡siento como que me has abandonado, como que te has olvidado de mi! Y es un sentimiento tan doloroso y tan intenso que pienso que unas pocas palabras no harán que deje de sentirme así. Pero, en este momento me abro a la posibilidad de que tu Palabra escrita hace tantos siglos me sane a mi como ha sanado a cientos de miles de personas a lo largo de la historia. Lo más probale es que si estas antiguas palabras reflejan como me siento, abandonado y olvidado, reflejen también la cura para mí con tu rotundo “¡jamás!”»

P.D. Importante: Espero que estas reflexiones te hayan bendecido y te hayan traído esperanza. Tomaré —y te daré— un descanso del lunes 30 de septiembre al domingo 6 de octubre. El lunes 7 de octubre, con el favor de Dios, volveremos a las reflexiones diarias lunes a viernes.