Hoy empieza la conferencia de mujeres “Florece” que organiza mi esposa Yessi cada año y que siempre es un éxito rotundo. Este año la conferencia se llama “Motivada.” Motivada trata de las emociones en la vida de la mujer.
Las Emociones son un concepto con el cual los hombres no nos hallamos muy cómodos. Sabemos que son buenas y que Dios las puso en nosotros por una razón. Pero, se nos hacen, en el mejor de los casos, sospechosas. Sentimos que nos pueden traicionar en cualquier momento y dejarnos en ridículo. Así que tratamos de controlarlas. Tratamos de suprimirlas. Lo cual, por supuesto, no es nada sano. La verdad es que a los hombres no nos enseñan cómo manejar nuestras emociones y por lo tanto, típicamente nos cuesta trabajo expresarlas (fuera de la ira, la cual expresamos con mucha libertad).
Cuando pensamos en las mujeres muchas veces echamos mano del estereotipo de que son seres totalmente gobernados por sus emociones. El adjetivo “histérica,” por ejemplo, viene del griego hysteron, “útero.” Sentimos que las emociones son un handicap en las mujeres. Pero, en realidad, son las emociones las que muchas veces le dan a la mujer su fuerza característica. La intensidad que las hace salir adelante a pesar de las desventajas con las que se hallan en nuestra cultura.
Yo sé que se corre un riesgo al generalizar, aún así me atrevo a decir que en nuestro país son las mujeres las que nos ponen el mejor ejemplo de empuje, supervivencia y perseverancia. En nuestro país, muchas veces son las mujeres las que sacan adelante a sus hijos cuando el marido se entrega a los vicios o abandona el hogar al ponerse las cosas difíciles. Son muy numerosos los casos de familias que han salido adelante por la fuerza de una mujer.
Y yo le doy el crédito a la fuerza emocional que Dios les concedió. A esa intensidad que viene quizás por poseer un útero. El instinto poderoso de sacar adelante al fruto de su vientre. Esta clase de “histeria” es responsable no sólo de la supervivencia, sino del éxito de muchos hombres. Hombres cuyas madres creyeron en ellos y los educaron para triunfar cuando nadie más creía en ellos. Tomás Alva Edison y Enrico Caruso fueron dos de quienes sus maestros decían que jamás lograrían ser alguien en la vida, pero que, gracias a que sus madres creyeron en ellos y los animaron, se convirtieron en los genios que hoy conocemos.
Así que, gracias a Dios por la vida emocional de las hijas de Eva.
Comments