top of page

Mangos Para Extraños

  • Raymundo Villaseñor
  • 29 may
  • 2 Min. de lectura

Un buen árbol produce frutos buenos y un árbol malo produce frutos malos. Un buen árbol no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Mateo 7:17-18


Algo importante que resalta de estos versículos, es que nos recuerdan que cuando tenemos el Espíritu de Dios, el cual es bueno, agradable y perfecto, somos llamados a dar buenos frutos, simplemente porque Él vive en nosotros.


A finales del año pasado tuvimos la oportunidad de por fin mudarnos a Colima, y el lugar que Dios nos tenía reservado, cuenta con un gran árbol de mangos, que mi familia y amistades que han tenido la oportunidad de acompañarnos han podido disfrutar. Pero, también he tenido la oportunidad de ver como personas que van caminando, han sido beneficiados con ellos, en ocasión una familia de migrantes estaba buscando provisión de este árbol. También los vecinos y muchas personas más.


¿Qué quiero decir con esto? Varias cosas. Una de ellas es que el árbol no elige o selecciona a quien va darle sus frutos, a diferencia de nosotros, que en ocasiones, pudiéramos caer en esa selectividad o elección, sobre quién merece de mi amor, mi paciencia, mi generosidad. Lamento decirte que esto no es fruto del Espíritu, sino de la carne. Como dice Lucas 6:32,


»Si solo aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman a ellos!


Un buen árbol da fruto simplemente porque está en él hacerlo, es parte de su identidad y propósito, motivo por el cual estos frutos no serán sólo para nuestro círculo familiar o para quienes podemos creer que se lo merecen.


Mi llamado es a que abras tu corazón. Si en algún momento tuviste esta oportunidad, y fuiste generoso, paciente o amable con alguien que al final te decepcionó, te invito a sanar en la Palabra de Dios para tu vida. Porque estas situaciones pueden ocasionar que cerremos nuestro corazón a ser obedientes al Espíritu y dejemos de dar fruto. Y cuando dejamos de dar fruto, no nos damos cuenta, pero es probable que tampoco demos para nuestra familia y seres queridos. O si lo hacemos, será “en nuestra carne” y no para la gloria de Dios.


Los frutos no pueden durar para siempre, es importante que el árbol, tu corazón, siga siendo alimentado para que cada nueva temporada haya fruta fresca, tal vez sientas que estas lejos en esta temporada de recolectar frutos del Espíritu. No te desanimes, tal vez es porque estas en temporada de siembra.


“Espíritu Santo, el día de hoy clamamos por una nueva temporada, por frutos nuevos. Ayúdanos, abre nuestros ojos, alimenta nuestro corazón, enséñanos los beneficios de la disciplina y la constancia, a través de tu presencia, recuérdanos que no importa el sembrador, ni el recolector, sino quien da el crecimiento.”

 
 
 

1 Comment


Liz Noriega
Liz Noriega
May 30

Muchas gracias por esta reflexión y por esta oración 🙏🏼, AMÉN !!

Like
bottom of page