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Jesús es el Señor

  • Foto del escritor: Daniela Orozco
    Daniela Orozco
  • 2 may
  • 2 Min. de lectura

Romanos 10:8C-9 Esta es la palabra de fe que predicamos: 9 que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. (NVI)

 

Esta es la palabra de fe que Pablo predicaba y es la misma que seguimos predicando en nuestra época, pues seguimos creyendo que la única manera de ser salvos es a través de Jesucristo. Podríamos decir que toda nuestra fe se resume en que creemos que Jesús es el Hijo de Dios, que se encarnó, fue crucificado en nuestro lugar para pagar el precio del pecado, pero resucitó y volverá lleno de gloria a instaurar Su Reino plenamente. Y creemos que si nosotros lo reconocemos como nuestro Señor y Salvador seremos salvos de la ira de Dios y podremos disfrutar toda la eternidad de Su presencia, lo cual incluye la posibilidad de relacionarnos con Él desde ahora.


Pero, ¿qué significa decir que Jesús es Señor? Pienso que esta frase es subestimada y probablemente muchos le hemos dicho solo por decirla, sin una convicción real en nuestro corazón. En los tiempos de Pablo, se entendía claramente que decirle a alguien “Señor” era equivalente a decir que era un dios y cada ciudadano romano tenía que declarar que el César era señor porque parte del fundamento del imperio romano tenía que ver con la idea de que el emperador era divino. Por lo tanto, decir que Jesús es el Señor podría poner la vida de los cristianos en peligro porque los ponía en la posición de rebeldía ante el emperador. Cualquier persona necesitaba tener una profunda convicción para decir “Jesús es el Señor”, pues a partir de ese momento podría ser el próximo mártir de la Iglesia primitiva.


En nuestra época no nos ponemos en peligro al declarar que Jesús es nuestro Señor y definitivamente eso es bueno, pero también hace que sea sencillo hacer esta declaración sin una fe genuina. Por eso, necesitamos ser honestos y estar dispuestos a reflexionar seriamente si algo que ocupa ese lugar de señorío en nuestras vidas por encima de Jesús. ¿Hay algo que tiene más autoridad que Jesús en tu vida hoy?


Señor, de verdad queremos que Tu seas el Señor de nuestras vidas, que nada tenga más autoridad que Tu en nosotros. Revélanos si hemos cedido ese lugar a cualquier otra cosa, perdónanos y por favor ocupa el lugar que te corresponde en nuestros corazones.

 
 
 

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