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Hambre de ÉL

Annie Partida

»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna. ¡Sí, yo soy el pan de vida! Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron, sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne».” Juan‬ ‭6‬:‭47‬-‭51‬‬‬‬‬‬‬


¿Cómo vas en esta primera semana de ayuno y oración? Seguramente has tenidos momentos fáciles y llenos de propósito y otros no. Así me ha pasado a mí.


En este capítulo del evangelio de Juan podemos observar un día en la vida de Jesús, rodeado de multitudes y en medio de ellas un despliegue de poder impresionante. Sanó enfermos, alimentó a multitudes, desafiando toda ley natural, caminó sobre el agua y calmó la tormenta en el lago y en el corazón temeroso de sus amigos:


“No tengan miedo, Yo estoy aquí” y todo entró en calma.


Sí, Jesús nos ayuda y manifiesta su poder en nuestras necesidades físicas, pero parece que su interés primordial no está en “las señales” (v.26), sino en la VIDA que solo en El tenemos, la vida para siempre, la vida que es El. Esta es la VIDA que atraviesa todas las leyes naturales, todas las leyes sociales, todo lo preestablecido, lo que debiera ser.


Es Jesús el pan del cielo el que permanece para siempre, que nutre, que alimenta, que sustenta, aun cuando ya no se puede beber ni comer de una forma natural.


“Solo el Espíritu da vida eterna; los esfuerzos humanos no logran nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida” Juan‬ ‭6‬:‭63‬


Cuando sientas hambre… ¡vamos juntos más allá de las señales, vamos por Jesús, por el pan bajado del cielo que da vida para siempre!


Que la revelación, la certeza y la importancia de una VIDA EN EL PARA SIEMPRE sea tan fuerte en ti y en mí, que nos lleve a CREER y a dejar que Su VIDA atraviese nuestras propias leyes internas, de pensamientos, emociones, heridas, temores, de nuestras propias necesidades.


Que se multiplique para alimentar a otros con este mismo pan bajado del cielo, Jesús, ¡y sobrará aún para muchos más! ¡Así lo hace El!


«Señor ayúdame y haz crecer esta VIDA DEL ESPIRITU en mí, que pueda vivir cada día con mis ojos en la vida que permanece para siempre.»

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