Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen con su cuerpo a Dios. 1 Corintios 6:19-20 (NVI)
Ser disciplinados y crear hábitos saludables debería ser una de las prioridades de las personas que creemos en Dios. Sin embargo, hemos llegado a malinterpretar algunos aspectos de la vida cristiana, llegando a pensar que ocuparnos de tener buenos hábitos físicos como cuidar nuestra alimentación y hacer ejercicio es poco relevante, pues solo deberíamos ocuparnos de cuidar nuestro espíritu. ¡Nada más alejado de la verdad!
La Biblia nos enseña que la soberanía divina no elimina la responsabilidad humana, de manera que la forma en que nosotros administramos nuestro tiempo y cómo cuidamos nuestro cuerpo, además de nuestra alma y espíritu, tiene consecuencias reales.
Por otro lado, algo que hemos enseñado mucho es que nosotros somos administradores (o mayordomos) de las riquezas que tenemos, pues en realidad nos han sido dadas por Dios. Pero de la misma manera, la Biblia nos enseña que nosotros somos administradores de nuestro cuerpo, pues le pertenecemos a Dios.
Por lo tanto, es una buena idea aprovechar los propósitos de año nuevo, con toda la motivación que esto nos da, para proponernos empezar a ser buenos mayordomos de nosotros mismos. Honestamente, ¿qué tan buen mayordomo de ti mismo eres? Con tu dinero, con tu tiempo, con tu alimentación, etc. Esto es importante porque a final de cuentas, nuestros hábitos demuestran lo que creemos. Es decir, si yo tengo malos hábitos probablemente es porque no he logrado comprender que le pertenezco a Dios y que voy a darle cuentas de lo que hago conmigo misma. Por el contrario, si me esfuerzo en cada vez tener mejores hábitos, esto puede mostrar que me interesa honrar a Dios con todo lo que soy.
Cuidar nuestra salud física, emocional y espiritual con hábitos saludables sostenibles es una expresión de gratitud y obediencia a Dios.
«Dios, gracias por todo lo que nos das, gracias porque reconocemos que todo proviene de ti, nuestro cuerpo, nuestros recursos, nuestro tiempo, nuestras habilidades, todo proviene de ti. Ayúdanos para ser administradores fieles de todo lo que nos das, ayúdanos cuando estemos desmotivados, cuando sintamos que no tenemos suficiente dominio propio y que cada día te honremos con nuestra manera de vivir. Amén.»
Comments