Uno de los valores “ancestrales” de IPV es que no ponemos a las personas que admiramos en pedestales y desanimamos cualquier conducta que fomente esto. Cuando detectamos cualquier indicio de pedestalización, de inmediato le recordamos al amable ofensor que todos estamos llenos de defectos y que ponernos unos a otros en pedestales sólo traerá desilusión.
Si dejamos que nos pongan en un pedestal o ponemos a otros en un pedestal estamos levantando expectativas irreales. Por eso dice el apóstol Pablo en Romanos 12:3 “Ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos.” Y seamos realistas también al evaluar a los demás. Si no lo hacemos tarde o temprano alguien saldrá lastimado. Con frecuencia, la persona sobre el pedestal.
Por otro lado, la contraparte de poner a las personas que admiramos en un pedestal es poner a las personas que alucinamos en un hoyo (o lo contrario de un pedestal). Esto es tan irreal como lo primero. Así como nadie es perfecto, tampoco nadie es perfectamente problemático.
La razón principal por la que consideramos a alguien irremediablemente problemático es porque no lo conocemos bien. Si lo conociéramos bien veríamos que esa persona está sujeta a las mismas fuerzas que dieron origen a nuestras propias limitaciones y defectos de carácter.
Para que quede claro, esto no excusa las acciones equivocadas de nadie. Sólo nos ayuda a entenderlas y a ponerlas en el marco de compasión de la gracia, de cual todos tenemos una fuerte necesidad.
Pensándolo bien, la razón por la cual ponemos a la gente que admiramos en un pedestal es exactamente la misma por la que ponemos a la gente que alucinamos en un hoyo: porque no la conocemos bien. Si la conociéramos bien veríamos que hay aspectos de su vida que no son tan admirables.
Todos necesitamos héroes y villanos. Pero, en realidad para la gente que vivimos bajo la gracia la línea entre los héroes y los villanos tiende a ser menos definida y más permeable de lo que creemos. Nuestros villanos son capaces de hacer cosas buenas tanto como nuestros héroes son capaces de hacer cosas malas.
Lo mejor es, como dijo Pablo: “Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo solo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora!” (2 Cor. 5:16 NTV). Si vamos a evaluar a alguien, no lo hagamos desde el punto de vista humano, es decir, por lo que aparenta ser, hagámoslo desde el punto de vista de Cristo. Para que podamos decir en cuanto a cierta persona, héroe o villano, como dijo Pablo de Cristo: “¡Qué tan diferente lo conocemos ahora!”
Gracias por tus comentarios.
Tristemente crecimos con este mal hábito de juzgar según nuestro propio criterio muy humano. Gracias a Dios el nos Transforma por su Espíritu.
Gracias Pastor 🙏🏼