En ese momento el Espíritu del Señor vendrá poderosamente sobre ti y profetizarás con ellos. Serás transformado en una persona diferente. (1 Sam. 10:6)
Cuándo Dios escogió a Saúl hijo de Cis para ser rey sobre Israel sucedieron un montón de fenómenos carismáticos, señales “pentecostales” del Espíritu Santo. Siendo la principal de ellas que Saúl es lleno del Espíritu Santo y profetiza largamente. Como resultado, Dios le da “un nuevo corazón” (v.9) y es transformado en una persona diferente. Al menos durante algún tiempo. El tiempo en que se llenó del Espíritu y se dejó guiar por él.
Sí, desgraciadamente, pronto Saúl se apartó de seguir la dirección del Espíritu Santo y empezó a hacer las cosas según su propio criterio. A partir de allí le fue cerrando la puerta al Espíritu en su vida y terminó muy mal, atormentado por espíritus malignos.
Pero, en todo este episodio inicial Saúl se deja mover por el Espíritu Santo. De hecho, parece un objeto pasivo del Espíritu. El Espíritu le muestra las señales y Saúl lo único que tiene que hacer es “recibir” (noticias de su padre, dos panes que le dará un extraño), para finalmente ser “tomado” poderosamente por el Espíritu Santo y terminar profetizando, sin mucha intervención de su voluntad.
Sin embargo, aunque Saúl parece ser un objeto pasivo en manos del Espíritu Santo, realmente no es así, pues él debe seguir las instrucciones al pie de la letra. Tiene que pasar junto a la tumba de Raquel en Selsa, tiene que llegar al Roble de Tabor y finalmente a la ciudad de Guibeá. Cualquier desviación de Saúl podría haber saboteado la obra del Espíritu.
Así con nosotros, necesitamos recibir todo lo que el Espíritu Santo derrame sobre nosotros. Necesitamos mantenernos llenos del Espíritu y seguir sus instrucciones al pie de la letra.
Si Dios en este tiempo, bajo la influencia del Espíritu Santo, ha cambiado tu corazón abriéndote a algo a lo cual no estabas dispuesto antes. Si has recibido instrucciones del Señor para hacer cosas nuevas, o para retomar algo que habías abandonado, asegúrate de seguirlas fielmente. Si Dios te ha dicho que “sueltes” cosas o cambies posturas. Si te ha dicho que perdones, que restaures alguna relación, que ores por alguien, que visites a alguien, que te atrevas a dar una palabra a alguien, que te integres a cierto ministerio. Sé como era Saúl al principio, y jamás abandones el camino del Espíritu Santo.
«Señor, en este tiempo tú haz cambiado mi corazón dándome disposición para hacer cosas a las que antes no estaba abierto. Dame poder para obedecerte. Fortaléceme para obedecer todas tus instrucciones. Quiero mantenerme lleno del Espíritu Santo y vibrante en mi fe. Haz de mi todo lo que quieras hacer. Me rindo a ti hoy.»
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