El domingo fue impactante pues sé que cada predicador fue usado con poder del Espíritu Santo quién nos habló directamente al corazón; recordándonos por medio del mensaje que nuestra santidad es generada por la obra del Espíritu Santo en nosotros y no por nuestras obras en este mundo.
Al inicio del mensaje mi mente comenzó a trabajar “ yo sí soy de otro mundo” “pues he hecho todo lo correcto” ( un ataque de buenas obras ¿te pasó lo mismo? ), pero cuando mencionaron las costumbres de los que son de este mundo en Gálatas 5:19-22 (Seria bueno revisar el listado a la luz del Espíritu Santo), sentí a Dios queriendo mostrarme algo, pero decidí irme de largo porque por un momento mi pensamiento fue, eso es puro juicio del enemigo, Dios me extiende GRACIA (por supuesto que lo hace) pero no para abusar de ella. Cuándo Jesús ascendió al cielo vino nuestro ayudador el Espíritu Santo quién nos revela toda la verdad y esta nos hace libres, hemos llamado al pecado “problema” y no es un problema es una decisión que tomamos conscientes de que tendrá consecuencias eternas en nuestras vidas.
La primera vez que me encontré con Cristo entré en shock porque de verdad fui desvestido en su presencia; mi corazón, mente y pasiones fueron reveladas delante de Él, y como su palabra dice nos limpia y nos perdona, pero en ocasiones se nos olvida que un encuentro con Cristo no es cosa de una sola vez, creemos que ya no necesitamos regresar por más, para poder ser embajadores del cielo y representar a Jesús en este mundo es necesario reconocer el lugar que tenemos delante de Dios y recordar la necesidad de ir delante de su presencia con oraciones arriesgadas y honestas como el salmista nos muestra.
23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis ansiedades. 24 Fíjate si voy por un camino que te ofende y guíame por el camino eterno. Salmo 139
Cuando Cristo llega a nuestra vida sabe que ninguno de nosotros es un hueso fácil de roer, pero él tiene el tiempo, el amor, la gracia y misericordia para trabajar en nosotros. Pero con el tiempo el mayor reto de todo cristiano es reconocer el elefante blanco en la sala, literalmente son esos pecados, deseos de la carne y defectos de carácter que todos pueden ver en nosotros, y me atrevería a decir que incluso nosotros somos conscientes algunos de ellos, pero decidimos ignorarlos por diferentes razones, pero hoy quiero recordarte que el amor del Padre es suficiente que nos despoja de esos lastres que nos impiden vivir.
Ray & Lala
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