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El Discípulo a Quien Jesús Amaba

Foto del escritor: Gabriel MiyarGabriel Miyar

Pedro se dio vuelta y vio que, detrás de ellos, estaba el discípulo a quien Jesús amaba, el que se había inclinado hacia Jesús durante la cena para preguntarle: «Señor, ¿quién va a traicionarte?» Juan 21:20


¿Alguna vez te has preguntado porqué el apóstol Juan se llamaba a sí mismo “el dicípulo amado” ó “el dicípulo a quien Jesús amaba”? En el evangelio de Juan, casi cada vez que el autor habla de sí mismo lo hace con esa frase. “El discípulo a quien Jesús amaba estaba sentado a la mesa a su lado” (Juan 13:23). “Cuando Jesús vio a su madre al lado del discípulo que él amaba, le dijo: «Apreciada mujer, ahí tienes a tu hijo»” (Juan 19:26). Juan pudo haberse referido a sí mismo como: “el autor de este relato.” O “el que escribe estas cosas.” Su modestia como escritor hubiera quedado satisfecha con eso. Pero, aquí estamos hablando de algo mucho más allá que modestia. Juan realmente se sabía amado por Jesús.


Esa conciencia de ser amado por Jesús no surgió de la nada. Juan cultivó esa realidad. Seguramente al principio, como todo creyente inmaduro, no tenía esa certeza, pero fue nutriendo el amor que Jesús le daba. En Juan 13:23, el idioma griego original dice: “El discípulo que Jesús amaba estaba recostado sobre el pecho de Jesús,” relacionando el acurrucarse con Jesús con el saberse amado.


Y esto no significa que no amara a los demás discípulos, solo significa que éste estaba especialmente consciente del amor de Jesús. Tampoco significa que Juan fuera impecable. De hecho, una vez Jesús lo reprendió severamente (ver Lucas 9:55). Jesús les llamaba a éla y a Santiago su hermano “los hijos del trueno” por su carácter. Pero, esto no le impidió a Jesús amarlos. Y no le impidió a Juan saberse amado por Jesús.


Y tú y yo. ¿Nos sabemos amados por Jesús? ¿Cultivamos ese amor que Jesús, de una o otra forma, nos brinda? ¿Nos “recostamos sobre su pecho”? ¿O esquivamos sus expresiones de amor sintiéndonos indignos?


Recientemente estaba yo lamentando mis errores y desobediencias a la voluntad de Dios, confesándolas delante del Señor Jesús, cuando sentí que me decía: “Cada vez que reconozcas tus errores y me confieses tus pecados, yo te voy a decir [hacer sentir] que te amo.” Fue una sensación muy clara. Semejante amor me conmovió hasta las lágrimas. Era como si, en respuesta a mi arrepentimiento sincero, Jesús ahogara mis lamentos en abrazos y besos de amor. No lo he logrado del todo, pero estoy avanzando en identificarme plenamente con “el discípulo a quien Jesús amaba.”


«Señor Jesús, no permitas que mis defectos e imperfecciones, aun mi enorme inconstancia, me nublen los sentidos espirituales para seguir ignorando la inmensidad de tu amor por mi.»


El Discípulo Amado.

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1 Comment


Guest
Jun 14, 2024

Hola buenas noches Si es la experiencia mas maravillosa saberse amado por DIOS

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