Entonces el Señor le dijo a Elías:
—¿Qué haces aquí, Elías? 1 Reyes 19:9b
Hay una clase de depresión que surge del juicio erróneo de nuestras circunstancias y del desconocimiento de los propósitos de Dios. No estoy diciedo que esta sea la depresión con la que batallas. Hablo de mí mismo. Es una depresión de la cual Dios amorosa, pero firmemente, me dice: “¡levántate!”
Yo hablé en mi predicación de qué Dios fue muy sensible y paciente con el Elías, que primero le envió un ángel que le dio de comer y le dio su espacio y regresó al siguiente día y lo volvió a alimentar hasta fortalecerlo un poco. Pero, después, habiendo prodigado todos estos cuidados con tanta ternura, comprensión y sensibilidad, una vez que Elías se halla más fuerte, Dios lo confronta con la pregunta: “—¿Qué haces aquí, Elías?” ¿Qué esta pasando aquí realmente? ¿De qué o de quién se trata todo este drama?
Y es una pregunta, que Dios puede estar haciéndote, ciertamente lo hace conmigo. “¿De qué o de quién se trata toda esta tristeza y desánimo? ¿No será que no estás viendo las cosas, como yo las veo?” —me dice el Señor. “¿No será que solamente estás pensando en ti, y no en mí, y lo que yo quiero lograr con mis acciones?”
La respuesta de Elías suena mecánica, ensayada (en el v.14 le vuelve a hacer la misma pregunta y Elías repite palabra por palabra su respuesta anterior) y completamente fuera del blanco.
—¿Qué haces aquí, Elías?
He servido con gran celo al Señor Dios Todopoderoso—respondió Elías—; pero el pueblo de Israel ha roto su pacto contigo, derribó tus altares y mató a cada uno de tus profetas. Yo soy el único que queda con vida, y ahora me buscan para matarme a mí también.” (v.10).
No, los profetas del Señor están bien (sí, algunos murieron, pero no todos), Elías no es el último que queda (hay por lo menos 7 mil). Elías ha leído mal los acontecimientos y las acciones de Dios. Dios nunca dijo que a raíz de Monte Carmelo la nación entera cambiaría y habría un avivamiento inmediato.
Hasta la fecha, yo no entiendo exactamente qué significa el despliegue de poder que viene a continuación en el pasaje: un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña... un terremoto… pasado el terremoto hubo un incendio, pero el Señor no estaba en ninguna de estas cosas. Hasta que se escuchó un “suave susurro.” El v. siguiente dice que “Cuando Elías lo oyó, se cubrió la cara con su manto,” una señal de hallarse ante la presencia de Dios, como los serafines en Isaías 6.
La impresión que me da es que quizás las demostraciones de poder donde Dios no se encontraba, seguidas del suave susurruro donde Dios sí se encontraba, son representativas de como quería actuar Dios en Israel.
Si Elías hubiera entendido todo esto, no habría “puesto todos los huevos en una canasta” y tendría fortaleza para seguir dando testimonio de Dios en Israel, perseverando hasta que los propósitos de Dios se hubieran completado.
Es fácil suponer, y no puedo afirmar que lo que digo, corresponde con la realidad, pero es un sentir fuerte que me habla a mí mismo, y me lleva a buscar un contexto más amplio para lo que sucede a mi alrededor, ciertamente para buscar cómo las circunstancias difíciles en las que me encuentro encajan perfectamente en los propósitos de Dios, y que sólo necesito fortalecerme y pedir revelación.
¿Qué piensas tú acerca de tus propias circuncias? ¿Podría tratarse de algo similar?
Sin duda mis circunstancias son similares, y similar también el trato amoroso de Dios 🙏🏼
Gracias Pastor