Cuando No Sucede lo que Esperábamos
- Gabriel Miyar
- 14 may
- 2 Min. de lectura
PARTE I
Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente. Luego siguió solo todo el día hasta llegar al desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: «Basta ya, Señor; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados que ya murieron». 1 Reyes 19:3-4
¿Qué sucede cuando Dios está haciendo algo sumamente poderoso, pero las cosas no salen al final como esperabas? Es el caso de Elías en el Monte Carmelo. En su tiempo Israel, el reino del Norte, estaba gobernado por Acab y Jezabel. Acab era un cero a la izquierda y su esposa Jezabel era una pagana que había llenado a Israel de la idolatría al dios Baal y a la diosa Asera. Tenía 450 profetas que guiaron al pueblo de Israel a los abismos más profundos de idolatría e inmoralidad. La respuesta de Dios para esto fue Elías.
La historia es larga y no alcanzo a contarla aquí, pero después de tres años de sequía por la palabra de Elías, este convocó a todo el pueblo en la cima del Monte Carmelo, para que vieran quién era el dios verdadero.
Allí, Elías les propuso a los profetas de Baal que ambos bandos levantaran un altar y pusieran un sacrificio encima y que el Dios que respondiera enviando fuego del cielo sería el Dios verdadero. Esto hicieron y los profetas de Baal estuvieron todo el día clamando que cayera fuego del cielo sobre su altar mientras Elías se burlaba de ellos. Obviamente jamás descendió fuego del cielo, pero a Elías le tomó simplemente una breve oración y del cielo descendió un fuego que consumió ofrenda y altar.
Este suceso, en la cima del Monte Carmelo se podría parecer un éxito ministerial rotundo. ¡Cayó fuego del cielo! ¿En cuantas reuniones has estado que suceda esto?
Sin embargo, no fue el éxito que Elías esperaba. Elías esperaba que el pueblo se volviera completamente al Dios verdadero que acababa de demostrar de manera dramática, no sólo su existencia, sino su supremacía sobre todos los dioses falsos.
Pero el pueblo no experimentó una avivamiento espiritual a raíz de Monte Carmelo. La reina Jezabel y el rey Acab siguieron en el trono, no hubo el golpe de estado justo que se hubiera esperado. Y la vida de Elías seguía corriendo peligro. Él seguía siendo un fugitivo, como lo había sido por los últimos tres años y medio. No habría tregua ni reposo para él.
¿Qué hace Dios para ministrarnos cuando las cosas salen totalmente al revés de lo que esperábamos? ¡Sobre todo cuando ya vislumbrábamos y celebrábamos el éxito!
Lo vamos a ver mañana en la segunda parte de esta reflexión.
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