Durante mes y medio hemos estado hablando de la vida cotidiana. Lo que una vez llamamos “la vida en el valle.” En contraste con la vida en la cumbre, que representa aquellos momentos especiales de una visitación poderosa del Espíritu Santo, digamos en una conferencia, o un servicio especialmente ungido, o la visita de algún líder carismático o profético.
Toda esta cotidianidad hemos intentado hacerla girar en torno a la presencia diaria del Espíritu Santo en nuestras vidas. Hoy quiero usar un pasaje que menciona aspectos cotidianos de la vida diaria, pero en un contexto escatológico, es decir del fin de los tiempos. Y a partir de estos tiempos finales, que serán como la Cumbre de Cumbres, regresaremos a los tiempos cotidianos actuales, pero con una nueva visión del reino de Dios. Lucas 17:26-30 (NTV):
«Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé. En esos días, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en su barco y llegó el diluvio y los destruyó a todos. «El mundo será como en los días de Lot, cuando las personas se ocupaban de sus quehaceres diarios—comían y bebían, compraban y vendían, cultivaban y edificaban— hasta la mañana en que Lot salió de Sodoma. Entonces llovió del cielo fuego y azufre ardiente, y destruyó a todos. Sí, será “todo como siempre” hasta el día en que se manifieste el Hijo del Hombre.»
Estas actividades de la vida ordinaria son repentinamente interrumpidas por algo totalmente excepcional y cataclísmico. El regreso de Nuestro Señor. El juicio de Dios irrumpe de manera inescapable, sorpresiva y abrupta en lo cotidiano de la vida.
A pesar de la maldad proverbial de la gente en los días de Noé y de los conciudadanos del Lot, esa realidad no ocupa un lugar central aquí. Comer, beber, casarse y darse en matrimonio, comprar y vender —estos son los asuntos de la vida diaria y no son inherentemente malos. Pero, pueden convertirse en distracciones potenciales de la necesidad de un encauce primordial hacia el propósito de Dios.
Éste será un tiempo en el que la vida puede fácilmente estar totalmente ocupada con lo cotidiano, al grado de que la comodidad y el relajamiento reemplacen a la urgencia de la fe.
Pero volviendo a donde estamos, podemos reflexionar, a partir de lo extremo, sobre lo importante que es tener un enfoque fundamental hacia los propósitos de Dios aquí y ahora, antes de que Cristo regrese.
Déjame tus comentarios.
Buenos días Pastor Gabriel,
¡Qué descripción tan exacta y apegada de lo que Dios dijo que pasaría en el futuro! Y se está cumpliendo en nuestros días y está reflexión me ayuda a recordar en lo que debería estar enfocandome hoy y en el tiempo que está adelante.
Bendiciones