»Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo; pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos.» Lucas 22:31-32
El domingo tuvimos un mensaje increíble en cada campus de IPV. Robbie habló de David y Goliat, Ray, Félix y Jorge de los Muros de Jericó, cada uno imprimiendo su propia firma espiritual y adaptando el mensaje a su congregación. En Charcas, Martín hablo de Efesios 6. En Norte, Pamela Miyar (Pame) habló de Pedro y Jesús. Diferente pasaje, un mismo mensaje.
El intercambio entre Pedro y Jesús al final de la Última Cena, cuando Jesús predice el abandono de sus discípulos y la negación de Pedro es una increíble lección acerca de cómo pelear nuestras batallas espirituales.
Pero, antes de ver 5 cosas cruciales, hay que apreciar, como bien señaló Pamela, que Pedro estaba a punto de cometer el fracaso más doloroso de toda su vida. Ese que gobierna este mundo, del que Jesús dijo: “ya se acerca” (Juan 14:30), venía para a sacudir violentamente a los discípulos, especialmente a Pedro, azotándolo de un lado a otro como muñeco de trapo.
Para empezar, y debe darte gran confort, Satanás tiene que pedir permiso para tentarnos y ponernos a prueba: “Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo.” Uno pensaría: ¿Por qué no simplemente, Jesús se negó a darle permiso? Pero, si así fuera, luego ¿cómo creceríamos? ¿Cómo aprenderíamos a no confiar en nuestras propias fuerzas y confiar en Dios?
En segundo lugar, tenemos un increíble Intecesor que está orando por nosotros (Rom. 8:34). Y aquí vemos lo crucial de la oración. En tercer lugar, Jesús espoilea el desenlace de la batalla, Pedro fallará la prueba, pero se arrepentirá y volverá: “cuando te arrepientas y vuelvas a mí.” ¡Ya le está diciendo el final! Pedro está enfrentando a Satanás desde una posición de seguridad, aún en medio del fracaso. “¡Tú volverás!”
En cuarto lugar, Pedro fortalecerá a sus compañeros por haber pasado por esta prueba de fuego y haber fallado, pero, aún así mantenerse en la gracia de Dios.
Finalmente, lo que más sorprende es que si Jesús oró para que la fe de Pedro no fallara, esto significa que aunque Pedro fracasó en la prueba su fe se mantuvo viva, debajo del caparazón de fracaso, y por eso pudo revivir. La fe de Pedro se aferró a la gracia de Jesús y pudo pasar por esas interminables horas de agonía, cruzando del otro lado a los brazos de Jesús. La fe de Judas falló por completo y no pudo regresar de su fracaso (sé que hay un elemento de la soberanía de Dios, en el cuál no me meteré, sólo lo menciono por perspectiva). Pero, Pedro regresó y se hizo más fuerte que nunca.
«Señor, gracias por las duras lecciones que nos enseña el fracaso dentro de los barzos de tu gracia, amén.»
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