Quizás las siguientes citas son ese ajuste y esa calibración que mi corazón necesita:
Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos. 9 Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción. 10 Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas. 1 Timoteo 6:8-10
Creo que entiendo este pasaje, pero no puedo evitar preguntarme: “¿Cuánto es suficiente?” No quiero ser un conformista, tampoco quiero ser un mediocre o temeroso, ni apuntar bajito a mis deseos con una mentalidad de escasés, ¿Cuánto es suficiente? ¿Cuánto es suficiente, Dios? Mi pregunta es sincera.
La siguiente cita que nos dio Gabriel hizo que todo tuviera sentido:
Ahora bien, la verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene. 1 Timoteo 6:6
Tengo que, realmente, aprender a apreciar y agradecer lo que tengo ahora. Y no es que no quiera progresar y mejorar, sino debo tener mucho cuidado mientras recorro ese camino de la prosperidad en “verdadera sumisión a Dios.” Debo tener cuidado —»¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia!« (Lucas 12:15). Debo saber que fácilmente me puedo perder en mi torrente de deseos.
Al final me quedo con estos 2 pasajes que te quiero re-compartir de manera enfática, ya que sea mucho o poco lo que cada uno considere que tiene, debemos de ser agradecidos con la mano que nos lo da, y reconocer que absolutamente todo proviene de Dios. Y voy a convertir esas dos citas que vimos en oración:
«Señor, haz que nunca se me ocurra pensar: “He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías”. Recuérdame de ti, SEÑOR mi Dios. Tú eres Quien me da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que le confirmaste a mis antepasados mediante un juramento (Deuteronomio 8:17-18).»
«¿Qué tengo que no me hayas dado? Y si todo lo que tengo proviene de ti, Dios, ¿por qué me jacto como si no fuera un regalo Tuyo? » (1 Cor. 4:7b)
Diego Willy
“¿De qué sirve ganar el mundo y perder tu alma?”
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