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Adaptándote a la Adopción

Foto del escritor: Gabriel MiyarGabriel Miyar

Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. Romanos 5:5


Hace algunos años tuve la oportunidad de convivir y llevarme periódicamente a casa a unos niños de una casa hogar. Tenía a mis tres hijos pequeños y estos chiquitos más o menos tenían la edad de mi hija menor. Nos los llevábamos los fines de semana o en vacaciones y convivíamos con ellos como familia. Dos niñas o una niña y un niño.

La verdad era difícil regresarlos a la casa hogar, los sentíamos parte de la familia y cuando lloraban al dejarlos, eso dolía.


En la dinámica familiar los pequeñitos de la casa hogar eran tratados igual que nuestros hijos. Sabíamos todos que era una visita solamente, pero al estar ahí acordamos que serían nuestros hijos. Si comprábamos algo a alguno de mis hijos, lo mismo se le compraría a los pequeñitos de la casa hogar. Y me daba tanto gusto llevar a la iglesia a las niñas, a todas con la misma playerita, blusita o moños en el cabello, y los mismos juguetes.


Pero hubo dos cosas que eran muy notorias del comportamiento de estos niños y quiero compartírtelas porque creo que eso nos pasa a nosotros frente a nuestro Dios como padre.


No sentían Confianza y Libertad


Les decíamos: “De todo lo que hay en casa pueden comer lo que quieran o ir a cualquier lugar de la casa.” Pero, eran tímidos, no abrían el refri, estaban retraídos y no se atrevían a pedir algo, aunque lo quisieran.


¿Sientes la libertad de acercarte a Dios y poder tomar lo que Él ya te ha dado? Mateo 7:7 dice: “Pidan, y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el pide recibe, el que busca encuentra y el que toca se le abrirá.”


Creo que por no sentir la seguridad de ser hijos, de tener la confianza, dudamos que lleguemos a recibir, y por eso no pedimos o pedimos dudando.


Les costaba recibir afecto


Recibir una sonrisa o un abrazo, los hacía retraerse y mostrarse huraños. Y creo que era por dos cosas. Una, pues es normal que no recibieran el cariño de alguien que no conocían. Y dos, no era algo habitual a lo que estuvieran acostumbrados.


Por eso en esto de ser adoptados como hijos de Dios, habrá que adaptarnos. Dios es un Dios de amor y quiere mostrarnos amor, y que en nuestro corazón sintamos su cariño. Y podemos ser huraños, pero lo que romperá esto y nos hará recibir su cariño se dará con una relación con Dios poco a poco.


De hecho, algo que sucedía es que cuando me sentaba en el suelo y empezaba a jugar, poco a poco se acercaban mis hijos a mis piernas y después estos pequeñitos también. Dios se ha acercado y es accesible, quiere tanto que sintamos su amor que puso tan cerca a su Espíritu Santo, si, dentro nuestro.


Yessi Michel

 
 
 

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